Las 150 vidas de Horacio Echevarrieta El bilbaíno que modernizó España

Magnate visionario, emprendedor en sectores como el eléctrico, los medios de comunicación, construcción naval, aerolíneas, armamento... El libro Las 150 vidas de Horacio Echevarrieta, recupera la figura de este bilbaíno ilustre, personaje clave de la España del siglo XX.
Martes, 26 de Diciembre 2023
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El título del libro puede sonar exagerado: Las 150 vidas de Horacio Echevarrieta, pero lo cierto es que este empresario bilbaíno (1870-1963) estuvo en todos los saraos. Iberia, Cemex, Iberdrola o los astilleros IZAR no serían lo que son sin el papel que jugó Echevarrieta en los primeros pasos (o en los de sus empresas primigenias) de sus órganos ejecutivos.
Iberia, Cemex, Iberdrola o los astilleros IZAR no serían lo mismo sin su contribución
Hijo de Cosme Echevarrieta, renombrado republicano y líder de las fuerzas democráticas vizcaínas en la última mitad del XIX, Horacio tenía 33 años cuando heredó las minas de hierro de su padre, dos hectáreas en el Ensanche de Bilbao y acciones en empresas extractivas.
Un legado que pronto amplió hasta convertirlo en imperio. Y lo hizo en tiempos convulsos, con el mundo sufriendo su primera guerra mundial y una pandemia, y con España pendiente de la sublevación en Marruecos y sumida en las turbulencias político-sociales que acabarían derivando en nuestra terrible guerra civil.
En esos años, Echevarrieta diversificó inversiones y modernizó sectores como el del transporte –marítimo, aéreo, ferroviario y metropolitano–, la energía, los medios de comunicación, la construcción y la inversión inmobiliaria. Fue, de hecho, el primer presidente de Iberia, artífice de Unión Radio (la futura Cadena Ser) y el dueño del 25 por ciento de Saltos del Duero (una de las raíces de Iberdrola). Todo ello mientras ejercía como mecenas de artistas vascos, realizaba donaciones a museos, apoyaba a pensadores como Unamuno y se convertía en el primer miembro sin título nobiliario del Comité Olímpico Internacional.
Fue amigo de Alfonso XIII, quien le ofreció el título de 'marqués del Rescate' tras liberar a cientos de prisioneros españoles en Marruecos. Él, convencido republicano, lo rechazó
En cuanto a la política, otra pasión heredada de su padre, el empresario bilbaíno fue diputado republicano (1903-1917), posición desde la que defendió los fueros vascos y la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores, toda una traición para sus colegas de la patronal, que lo tildaron de «empresario esquirol».
En todo caso, Echevarrieta siempre fue a su aire, cultivando, pese a su credo republicano, una gran amistad con Alfonso XIII –le ofreció un marquesado que él rechazó–, para años después participar en la Revolución de Asturias de 1934. Experiencia que dio con sus huesos en la cárcel Modelo de Madrid tras ser detenido, junto con el exministro socialista Indalecio Prieto, desembarcando un cargamento de armas.
Durante la guerra, el industrial y político vizcaíno se jugó el pellejo salvando vidas en el Madrid sitiado, si bien, con el tiempo, procuró distanciarse de ambos bandos. Una opción que, a juicio de los autores del libro –Gonzalo Arroita, María Peraita y Javier Amézaga–, contribuyó a su olvido. Lugar del cual ellos lo han conseguido rescatar.
7 hitos de un pionero español

Diplomacia salvavidas en el Rif
Su amistad, por negocios previos a la guerra de Marruecos, con Abd el-Krim, líder de la resistencia contra las administraciones coloniales de España y de Francia durante la guerra del Rif, posibilitó la liberación de numerosos prisioneros españoles en manos del caudillo tras el desastre de Annual, en 1923.

El origen de una leyenda
El Juan Sebastián Elcano, buque escuela e insignia de la Armada Española, se construyó en sus astilleros, Echevarrieta y Larrinaga de Cádiz, al igual que su gemelo, el Esmeralda, de la Armada chilena. El nombre, en honor al célebre explorador español nacido en la guipuzcoana Guetaria, fue sugerencia suya.

Abrir la gran arteria de Madrid
Echevarrieta desbloqueó la urbanización de Grab Vía, la emblemática arteria de la capital, tras 12 años de parálisis. Se demolieron 327 inmuebles y se ocuparon 41 solares. Allí levantó el Palacio de la Prensa, un pionero edificio de 58 metros de altura, en ladrillo visto al estilo americano, cuyos gastos de construcción alcanzaron los ocho millones de pesetas.

Una huella vasca en el Niágara
El Spanish Aerocar, inaugurado en 1916, es el más antiguo en activo. El vehículo, que todavía transporta pasajeros a una zona del río Niágara, conocida como Whirlpool (remolino), nació en Bilbao de la mano del ingeniero, matemático e inventor cántabro Leonardo Torres Quevedo. Echevarrieta creó en la capital vizcaína The Niagara Spanish Aerocar Co. Limited, la sociedad que acometió el proyecto, todo hito de la ingeniería española en Norteamérica.

Poderío naval español
El submarino TCG Gür, inicialmente bautizado como E-1 (Echevarrieta-1), fue el más avanzado de su época. Precursor de los futuros U-booten de la Segunda Guerra Mundial, nació de un proyecto alemán que no llegó a desarrollarse. Ofrecido a los astilleros de Echevarrieta en Cádiz, en 1926, Primo de Rivera los encargó para la Armada Española, pero la llegada de la República desvió el interés del gobierno hacia la tecnología británica. Se truncaron así los planes del magnate vasco de crear un holding nacional al estilo de Siemens.

Cuando Iberia alzó el vuelo
Echevarrieta fue el fundador y primer presidente de Iberia, aerolínea que comenzó a operar, como monopolio del transporte aéreo español, el 14 de diciembre de 1927. Ese día, un Rohrbach Roland con capacidad para 10 pasajeros despegó de Barcelona con destino al aeródromo de Cuatro Vientos, en Madrid. El empresario vasco presidió el acto inaugural junto con Alfonso XIII.

Una emblemática postal getxotarra
Echevarrieta fue el propietario original de las galerías Punta Begoña, un emblemático edificio diseñado por el arquitecto Ricardo Bastida, que aún sigue en pie en el municipio vizcaíno de Getxo. Parte de la ampliación de la mansión que el empresario poseía en la esta población vasca, desde el jardín de la casa se accedía a las galerías donde se ubicaba su despacho privado.
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