CAR-T, las células que me salvaron: «La esperanza de vida para un cáncer como el mío era de tres años; ya llevo doce»
Silvia Rovira ha superado un mieloma múltiple.
Los daban por desahuciados, enfrentados acánceres agresivos que no respondíana los tratamientos habituales. Y entonces llegó unanueva terapia: las células CAR-T. Y lo que era un pronóstico tétrico se convirtió en un diagnóstico insólito: sus tumores habían remitido. Y es solo el principio. Las CAR-T son aplicables cadadía a más enfermedades.
Se consideran unos privilegiados. Como si su vida fuera casi un milagro. Hace unos años, a todos les comunicaron que ya no había nada que hacer. Mientras las imágenes médicas mostraban cómo sus células cancerígenas seguían brillando tras el último intento de aplacarlas con quimioterapia, las opciones se agotaban. Pero entonces llegó la terapia que cambiaría sus vidas. Sin magia, sin privilegios. Solo ciencia, investigación, progreso.
Mariano Aterido, 78 añosHospital Puerta de Hierro de Madrid
«En una revisión rutinaria en 2021 —yo tenía 75 años—, el urólogo me manda unos análisis de sangre. A las dos horas me llaman de Hematología y me dicen que han visto en la analítica una cosa que les ha chocado, y que vuelva para repetirlo. Yo no le di demasiada importancia. Cuando me citaron, me dijeron que entrara también mi mujer y nos... Leer más
«En una revisión rutinaria en 2021 —yo tenía 75 años—, el urólogo me manda unos análisis de sangre. A las dos horas me llaman de Hematología y me dicen que han visto en la analítica una cosa que les ha chocado, y que vuelva para repetirlo. Yo no le di demasiada importancia. Cuando me citaron, me dijeron que entrara también mi mujer y nos comunicaron que era cáncer, un linfoma folicular de grado cuatro. Me explicaron que era un tipo de cáncer del que no me iba a curar nunca, pero del que tampoco me iba a morir. Después tuvimos que decírselo a mi familia. Tengo seis hijos y catorce nietos. Y empezamos. El primer tratamiento fue quimioterapia, pero a los diez meses volví a tener células cancerígenas. Recibí cuatro terapias en cuatro años. Hasta que en el año 2024 me dijeron que existía la terapia CAR-T, que estaba dando muy buenos resultados. Me pareció bien y al poco tiempo me infundieron los linfocitos ya modificados. Cuando me preguntaban, yo decía: ‘Me estoy haciendo un tratamiento de ciencia ficción’ [se ríe]. Estuve un mes en el hospital, aislado completamente. No tuve dolor, pero sí fiebre, y llegué a tener neurotoxicidad. No podía ni hablar y decía palabras inconexas, pero a mí me hacía gracia. Siempre me lo tomo todo con humor. Salí muy debilucho, eso sí, sobre todo si lo comparo con cómo me encuentro ahora, que estoy hecho un toro [se ríe]».
El tratamiento CAR-T, iniciales de chimeric antigen receptor T-cell, consiste en extraer los linfocitos T del propio paciente (células claves del sistema inmunitario), modificarlos genéticamente en un laboratorio para que aprendan a reconocer y destruir las células cancerígenas y reintroducirlos en el cuerpo para que inicien la batalla.
Reprogramar células para atacar el cáncer fue idea del inmunólogo Carl June tras detectarle un tumor a su mujer. Ella falleció, pero esa investigación ha salvado ya miles de vidas
Para llegar hasta aquí, todos tuvieron que cumplir una serie de requisitos; entre ellos, encontrarse en una fase muy avanzada de su enfermedad y haber recibido varios tratamientos previos sin éxito. Según datos del Ministerio de Sanidad, hasta junio de 2024 se habían recibido 1859 solicitudes, de las cuales un 93 por ciento fueron valoradas como favorables. En la actualidad, esta terapia está aprobada para tratar determinados tipos de cánceres de la sangre, fundamentalmente linfomas, leucemia y mieloma múltiple. Y lo más destacable es que España ha logrado que la financiación no sea una barrera: todos los tratamientos incluidos en el plan nacional están cubiertos por el Sistema Nacional de Salud.
Mar Agudo, 50 añosHospital Gregorio Marañón de Madrid
«El 12 de abril de 2017 me diagnosticaron un linfoma de no Hodgkin de segundo grado, un cáncer de los ganglios linfáticos. Tenía 42 años y la noticia fue terrible. Todo empezó porque se me hincharon las piernas de una forma descomunal. En urgencias no supieron decirme qué era. Tenían que hacer una biopsia. Salió lo que era. Ese mismo día me quedé ingresada.... Leer más
«El 12 de abril de 2017 me diagnosticaron un linfoma de no Hodgkin de segundo grado, un cáncer de los ganglios linfáticos. Tenía 42 años y la noticia fue terrible. Todo empezó porque se me hincharon las piernas de una forma descomunal. En urgencias no supieron decirme qué era. Tenían que hacer una biopsia. Salió lo que era. Ese mismo día me quedé ingresada. No podíamos esperar para empezar la quimioterapia porque me estaba presionando la aorta y los conductos de los riñones. Con el primer tratamiento de ‘quimio’ me deshinché enseguida, pero seis meses después vieron que todo seguía igual. Luego vino otro tratamiento y otro… hasta cinco. Al final probaron con pastillas, pero aquello fue peor, no podía ni con mi alma. Entonces me propusieron hacerme el trasplante de médula en el Gregorio Marañón, pero el linfoma se había transformado en un tercer grado y ya no había tratamiento.
Después de aquel mazazo llegó la noticia de la terapia CAR-T. Me explicaron que podían sacar mis linfocitos, reprogramarlos en un laboratorio para enseñarlos a destruir mi cáncer y luego volver a introducirlos en mi cuerpo. Nunca se había hecho en ese hospital, yo era la primera paciente. Era casi como un salto al vacío, pero yo les dije a todo que sí, ¿qué tenía que perder?
El día que me sacaron los linfocitos fue como una fiesta en el hospital. Mi habitación se llenó de gente. Yo pensaba ‘y yo con estos pelos’ [se ríe]. El traslado de mis células fue como un desfile, con una legión de médicos protegiéndolas. Luego pasaron tres meses y volví al hospital para que me los pusieran de vuelta. Era el 10 de junio de 2019. Estuve 24 días aislada y enseguida me recuperé. Y todo salió bien. Me hicieron un PET/TAC para comprobar si había células cancerosas, pero ya no estaban. Ese día lloré como no lo había hecho nunca en todos esos años. Pasé de no tener esperanzas de vida y pensar que no había tratamiento a estar curada en seis meses. De hecho, ya no me hago ni PET, no entro en la máquina, que era como mi segunda casa».
«España ha sido uno de los países pioneros en la implementación de la terapia CAR-T en Europa», explica Ana Alarcón, hematóloga especialista en Terapias Avanzadas del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda. «En 2019 se puso en marcha el Plan Nacional de Terapias Avanzadas del Ministerio de Sanidad, que permitió organizar una red de hospitales públicos acreditados para administrar estas terapias, garantizando la equidad en el acceso. Además, España destaca por su capacidad investigadora: es uno de los pocos países que ha desarrollado terapias CAR-T de fabricación propia dentro del sistema público de salud». El Hospital Puerta de Hierro de Madrid es parte de la red nacional de hospitales públicos designados para la administración de estas terapias CAR-T en 2023. «En este momento llevamos 15 pacientes», detalla Alarcón.
La idea de reprogramar células para atacar el cáncer surgió a finales de los años ochenta gracias a la investigación llevada a cabo por el inmunólogo y oncólogo estadounidense Carl H. June. En 1995, a su mujer, Cynthia, le diagnosticaron un cáncer de ovario; y el horror ante aquella noticia supuso el detonante para que June empezara a investigar sobre la estimulación del propio sistema inmune para vencer a la enfermedad. Cynthia murió en 2001 y su esposo decidió dedicar su vida a luchar contra el cáncer.
Olivier Jacob, 64 años Hospital Clínic de Barcelona
«Tenía 50 años cuando me diagnosticaron el mieloma. Fui al médico de cabecera porque estaba muy cansado. Me dormía hasta en las reuniones de mi empresa. Me hicieron una analítica y tenía una anemia de caballo y los riñones fatal. Finalmente descubrieron el cáncer y empezaron con el tratamiento clásico, que es el trasplante de médula acompañado de quimioterapia. Aquello fue muy duro. Recuerdo... Leer más
«Tenía 50 años cuando me diagnosticaron el mieloma. Fui al médico de cabecera porque estaba muy cansado. Me dormía hasta en las reuniones de mi empresa. Me hicieron una analítica y tenía una anemia de caballo y los riñones fatal. Finalmente descubrieron el cáncer y empezaron con el tratamiento clásico, que es el trasplante de médula acompañado de quimioterapia. Aquello fue muy duro. Recuerdo que, cuando salí, le dije a mi mujer que me quería morir, pero me recuperé. El problema es que en menos de un año vieron que los resultados no eran buenos. Empecé entonces el recorrido por diferentes tratamientos de ‘quimio’ más o menos agresivos. Y así estuve casi diez años.
Entre medias tuve un episodio muy complicado. A los dos o tres años del trasplante empecé a tener problemas para respirar, y acabé en urgencias con un distrés pulmonar y estuve en coma un mes. El médico le llegó a decir a mi mujer que no sabía si iban a poder salvarme. Incluso entró un cura en la habitación [se ríe]. Pero al final lograron sacarme del coma. Me quedé muy débil. Tuve que aprender a andar con 54 años.
Después de eso, mi doctora me dijo que estaban haciendo un ensayo clínico para enfermos con muchas recaídas. Me apuntaron y me cogieron. Empecé el proceso en 2022 y me hicieron la infusión, que es como se llama cuando te meten tus linfocitos modificados, en dos dosis. Al cabo de cinco días me mandaron a casa… y hasta hoy. El primer control no salió del todo bien, pero en el segundo ya no había ni rastro. Y la gran sorpresa es cuando pregunté ‘¿qué me tomo?’. Y me contestaron: ‘No, nada’. Y así llevo tres años. A veces pienso ‘igual esto se acaba algún día’, pero el resto del tiempo ni me acuerdoporque me encuentro bien. Ahora voy mucho al gimnasio, hago mucho voluntariado con los sintecho e incluso me he matriculado en Historia».
En 2010, el equipo de June comenzó a tratar a tres pacientes con leucemia linfática crónica en estado avanzado. De ellos, dos han estado en remisión total durante al menos ocho años. El tercero tuvo una remisión parcial. Aquellos investigadores habían descubierto que una sola célula CAR-T era capaz de eliminar hasta mil células tumorales. El siguiente paso fue crucial porque supuso la remisión completa de una niña de 6 años con leucemia linfoblástica aguda: Emily Whitehead. Hoy en día, el 85 por ciento de los pacientes pediátricos que reciben tratamiento de inmunoterapia CAR-T responde positivamente, una cifra que alcanza entre un 50 y un 70 por ciento en el caso de los adultos.
Silvia Rovira, 57 añosHospital Clínic de Barcelona
«Al principio de mi enfermedad, la esperanza de vida para un cáncer como el mío era de tres años. Luego fueron cinco, y de momento llevo doce. Con un diagnóstico de mieloma múltiple IgG kappa en estadio III, un cáncer de sangre muy desconocido y con mal pronóstico, mi vida fue transcurriendo entre tratamiento y tratamiento hasta que ya no respondía a ninguno de... Leer más
«Al principio de mi enfermedad, la esperanza de vida para un cáncer como el mío era de tres años. Luego fueron cinco, y de momento llevo doce. Con un diagnóstico de mieloma múltiple IgG kappa en estadio III, un cáncer de sangre muy desconocido y con mal pronóstico, mi vida fue transcurriendo entre tratamiento y tratamiento hasta que ya no respondía a ninguno de ellos y tuve que acudir a ensayos clínicos. La suerte fue que, cuando todo fracasó, me enviaron al Hospital Clínic de Barcelona para iniciar la terapia CAR-T, una modificación genética de algunos de los glóbulos blancos, los llamados ‘linfocitos T’, para que ellos mismos detecten las células cancerígenas y las destruyan. Es el propio cuerpo el que elimina el cáncer que él mismo produce.
Todo empezó con mis riñones. Dejaron de funcionar. Tenía un cansancio tan grande que dormía veinte horas al día. Yo pensaba que me estaba muriendo. Fui a urgencias y me ingresaron. Aunque consiguieron estabilizar mis riñones, no sabían lo que tenía.Me hicieron una biopsia y ya no me dejaron salir. Llegó el diagnóstico temido y, aunque no me impactó porque yo ya sabía que algo muy fuerte estaba pasando, sentí una enorme responsabilidad por mi hija Cristina, sin apenas familiares que la pudieran ayudar.
Pasé por varias sesiones de quimioterapia y al final me dijeron que tenía que hacerme un trasplante de médula. Salí hecha un esqueleto, arrastrando mi alma por el suelo. Al cabo de ocho meses, me dijeron que tenía que hacerme otro trasplante, pero al final acabé pasando por varios tratamientos de inmunoterapia con fármacos en casa. Mientras tanto, me echaron del trabajo (soy cantante lírica y en ese momento daba clases de música en un instituto).
Pero todavía nos faltaba lo peor. Mi diagnóstico tocó mortalmente a Michel, mi marido. Empezó a beber más de lo habitual, y una mañana cogió un tren y su corazón dejó de latir.
Después de aquel horror, mi doctora me dijo que en el Hospital Clínic estaban haciendo esta terapia CAR-T y, tras varias dificultades, conseguimos la aprobación. Salió bien. Solo tuve un poco de fiebre. Tuve que estar un tiempo sin salir de casa, para evitar infecciones. Desde entonces todo ha ido bien. Yo me he dedicado a hacer voluntariado, cantando para varias asociaciones de cáncer. Es una forma de devolver al mundo lo que el mundo ha hecho por mí. Descubrí el proyecto ARI, que debe su nombre a Ariana Benedé, una niña a la que le diagnosticaron una leucemia linfoblástica aguda con 13 años. Ari y su familia consiguieron movilizar a la sociedad para recaudar fondos y poder sufragar la investigación para desarrollar un CAR-T académico accesible a todos los pacientes que lo necesitaran. Ari murió sin poder beneficiarse de este tratamiento, pero su iniciativa ha salvado la vida de muchísimos pacientes».
Siete años después de aquel hito, la FDA aprobó las primeras terapias CAR-T comerciales y, desde entonces, el campo ha evolucionado rápidamente. La aprobación en Europa y la incorporación progresiva en los sistemas sanitarios públicos, incluido el español en 2019, han marcado un antes y un después en el tratamiento del cáncer hematológico. Pero su potencia va mucho más allá, y hoy se están desarrollando y evaluando en ensayos clínicos nuevas versiones de CAR-T para tratar tumores sólidos como el cáncer de pulmón, mama, páncreas o glioblastoma. Además, esta tecnología ha abierto una nueva vía de tratamiento para enfermedades no oncológicas, y algunas terapias CAR-T están mostrando resultados muy prometedores en enfermedades autoinmunes graves.
Y, aunque los resultados de estas terapias ya han conseguido devolver la esperanza a más de 40.000 pacientes en todo el mundo, los últimos estudios revelan que esto no ha hecho más que empezar. Según la investigación publicada en Science por el doctor Carl H. June y su equipo en la Universidad de Pensilvania, el siguiente paso será generar células CAR-T directamente en el organismo del paciente. Para ello, los científicos han diseñado un sistema que utiliza nanopartículas lipídicas dirigidas (tLNP) para transportar ARN mensajero a las células T directamente en el cuerpo. De esta forma, evitan tener que extraer los linfocitos T del paciente para modificarlos en un laboratorio, lo que reduciría significativamente el coste de los tratamientos y los haría más accesibles.
Mi Kwon, responsable del programa clínico de trasplante y terapias CAR-T del Hospital Gregorio Marañón (Madrid), nos explica: «Acabamos de celebrar el sexto aniversario de la primera administración de terapia CAR-T en nuestro centro. Más de 200 pacientes han sido infundidos ya con terapias CAR-T. Además, tenemos la fortuna de disponer de varios ensayos clínicos con estas terapias con el objetivo de desarrollar y ampliar sus posibilidades de tratamiento más allá del cáncer, como algunas enfermedades autoinmunes». El futuro es prometedor.