Edición

Borrar

El milagro del niño que caminaba como un insecto

Ulrich tiene 12 años y vive en Camerún. Desde niño, los médicos le habían dicho que sus piernas no tenían remedio... hasta que un cirujano de la ONG Mercy Ships obró el milagro.

Miércoles, 27 de Julio 2022

Tiempo de lectura: 2 min

Ulrich vive en Camerún y su vida desde niño ha sido un infierno. Nació con las rodillas dislocadas y los músculos de sus piernas no se desarrollaron al mismo ritmo que sus huesos, dejando sus piernas dobladas hacia delante. ‘Contractura del cuádriceps’, es el término médico.

Desesperada, su madre, Georgette, buscó ayuda, pero los médicos dinamitaron rápida y crudamente sus esperanzas. «Sería un esfuerzo inútil y un tratamiento demasiado caro», le dijeron.

alternative text
Recuperar la vertical. El pequeño Ulrich después de someterse a varias operaciones en el Africa Mercy, buque hospital de la ONG Mercy Ships, en el que trabajan más de 400 voluntarios.

Durante 12 años, el niño caminó como una especie de insecto, con el cuerpo hacia delante y apoyado sobre dos ramas a modo de bastones. La postura, sin embargo, le provocaba fuertes dolores en manos y articulaciones, obligadas a soportar el peso de su cuerpo.

También le dolían las burlas y desprecios de los demás, que lo trataron toda su vida como a un lisiado. En todo caso, se habituó a ello, sin esperanza de mejora, preocupado por el futuro. «Si de niño sentía tanto dolor, todo empeoraría a medida que creciera», pensaba.

Hasta que su madre oyó hablar de la ONG Mercy Ships, en uno de cuyos barcos hospital hacía milagros el cirujano Frank Haydon. Y eso es justo lo que hizo con Ulrich.

En su primer intento por ponerse en pie, Ulrich extendió la mano para ver si podía tocar el techo

El personal sanitario del Africa Mercy, el buque donde fue atendido, quedó profundamente conmovido por la dramática condición en la que llegó Ulrich. «Se movía como un grillo. Nunca había visto algo así», comenta el Dr. Haydon. Tras varias operaciones extremadamente complejas, sin embargo, el niño se despertó un buen día con las dos piernas rectas y enyesadas.

Cuando semanas más tarde le quitaron las escayolas, en su primer intento de ponerse de pie, Ulrich extendió la mano para ver si podía tocar el techo. Se acercó a continuación a su madre y le dio un gran abrazo, el primero que le daba de pie. A continuación le dio las gracias al cirujano y le regaló sus bastones. Lo mejor de todo, dice, es que ya no tiene miedo a crecer. «Ahora quiero ser alto como mis amigos y obtener una educación», sentencia.

MÁS DE XLSEMANAL