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Lujo, videojuegos y un intento de asesinato, el oscuro exilio del exdictador sirio en Moscú

Bashar al-Asad

Lujo, videojuegos y un intento de asesinato, el oscuro exilio del exdictador sirio en Moscú

Refugiado en Rusia bajo la protección de Vladímir Putin y a punto de cumplirse el primer año desde su derrocamiento, ¿qué ha sido del ahora discreto 'carnicero sirio'? 

Martes, 11 de Noviembre 2025, 16:36h

Tiempo de lectura: 5 min

Bombardeó con armas químicas y convencionales a civiles, asesinó, torturó e hizo desaparecer a opositores de forma sistemática, pero cuando Wladimir Putin dio cobijo en Moscú a Bashar al-Assad (alias el ‘carnicero de Siria), el líder ruso alegó «razones humanitarias».

Casi un año después de su huida de Damasco, el 8 de diciembre de 2024, que puso fin a una guerra civil devastadora, poco se sabe de la vida del depuesto sátrapa que, junto a su padre Háfez al-Assad, sumó más de medio siglo de poder absoluto en Siria. Siempre, por cierto, con el apoyo de Moscú, como contrapeso al que Washington proporciona a Israel desde los tiempos de la Guerra Fría.

Durante 53 años de dictadura, la familia Assad amasó una fortuna superior a los 2000 millones de dólares, oculta en empresas fantasma, paraísos fiscales y carteras inmobiliarias

Durante los 53 años de dominio de los Assad, según estimaciones del Departamento de Estado de EE. UU., la familia amasó una fortuna superior a los 2.000 millones de dólares, oculta en numerosas cuentas, empresas fantasma, paraísos fiscales y carteras inmobiliarias. Buena parte de estos últimos activos se hallan, precisamente, en Moscú, donde la familia, como si fuera consciente del ineludible exilio, adquirió en los últimos años, según el Financial Times, 20 lujosos apartamentos valorados en cerca de 35 millones de euros. Y en uno ellos se instaló precisamente el clan tras su fuga de Damasco.

Nada más llegar a la capital rusa, circularon rumores (desmentidos por el Kremlin) sobre una supuesta solicitud de divorcio de su esposa, Asma al-Assad, debida, supuestamente, a la infelicidad de la exprimera dama con su nueva situación. Diagnosticada de leucemia mieloide aguda en mayo de 2024 (cinco años antes superó un cáncer de mama), su padre, el cardiólogo Fawaz Akhras, se habría mudado a Moscú para tratarla, ya que, nacida en Londres de padres sirios, ella no podría regresar al Reino Unido, país del que es ciudadana, debido a las sanciones internacionales. Desde entonces, no se ha sabido nada sobre su condición.

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El doble juego de Putin. El nuevo presidente sirio, Ahmed al-Sharaa, visitó a Putin en Moscú en octubre, poco después de que Al-Assad sufriera un supuesto intento de asesinato. Su promesa de mantener las bases militares rusas en ese país árabe, estratégico en Oriente Medio, debilita la posición del exdictador ante su anfitrión.

A finales de septiembre pasado, Al-Assad volvió a ser objeto de rumores tras su ingreso de urgencia en un hospital de Moscú con síntomas como «tos violenta, atragantamiento y dificultad para respirar». El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (voz en el exilio con una red de cientos de informadores) y numerosos medios de comunicación árabes y occidentales hablaron entonces de «intento de envenenamiento» y de pruebas que mostraban «exposición a una sustancia venenosa», pero sin mostrar evidencias (análisis toxicológicos, nombre del veneno, identificación del responsable...) que confirmaran la noticia. Las autoridades rusas negaron rotundamente una noticia que, al estar Al-Assad bajo su custodia, supondría una nueva humillación para Putin, tras asistir a la caída de un régimen que intentó apuntalar con generosa ayuda financiera, militar y bombardeos.

Protegido por el servicio secreto ruso, Al-Assad mantiene un círculo mínimo de allegados y rara vez abandona su residencia, donde, al parecer, dedica la mayor parte de su tiempo a los videojuegos 'online'

Al final, tras nueve días ingresado el paciente fue dado de alta en condición «estable» y regresó a su casa, dejando todo el asunto en una nebulosa zona gris. El caso resurgió a mediados de octubre, dos días antes de la visita a Moscú de Ahmed al-Sharaa, líder de la coalición rebelde que derrocó a Al-Assad y actual presidente sirio, para tratar el restablecimiento de las relaciones bilaterales, la presencia militar rusa en Siria y la propia extradición de al-Assad, que el Kremlin rechaza. «Son acusaciones completamente falsas y quienes las hayan difundido deberían reflexionar sobre su responsabilidad», señaló el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, sobre la noticia del envenenamiento de su huésped.

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Enferma en el exilio. Asma al-Assad fue diagnosticada de leucemia mieloide aguda en mayo de 2024, siete meses antes del fin del régimen de su marido y cinco años después de superar un cáncer de mama (arriba, en 2019, cuando anunció su recuperación). No se sabe nada sobre su estado actual.

La visita del nuevo líder sirio, en todo caso, simboliza el interés de Putin, al margen de que ya no gobierne su eterno aliado, por mantener sus intereses estratégicos en Siria, en especial sus dos bases militares. Rusia, de hecho, obtuvo el compromiso del nuevo líder sirio de que su gobierno respetará los acuerdos con Moscú. Una decisión que debilita aún más la posición del exdictador para influir en el futuro de Siria. La puntilla podría habérsela dado el propio Donald Trump hace unas semanas, al recibir a Al-Sharaa en la Casa Blanca y convertir a su antiguo enemigo –EE.UU. ofrecía 10 millones de dólares por él cuando lideraba un grupo afiliado a al‑Qaeda– en el primer presidente sirio en entrar allí desde la independencia de ese país, en 1946.

Al-Sharaa, desde entonces, se muestra favorable a algo tan inesperado como explorar la normalización de relaciones entre Siria e Israel, dos países que, técnicamente, llevan en guerra desde la creación del estado hebreo en 1948. Esta posibilidad cambiaría por completo el tablero de Oriente Medio, ya que Siria era, hasta hace poco, el gran aliado de Irán en la zona. Una alteración geoestratégica de consecuencias imprevisibles que podría convertir a Al-Assad, cuya extradición hoy Putin rechaza, en el comodín clave para negociar el futuro del país.

Al margen de estas implicaciones, el semanario alemán Die Zeit, citando una fuente anónima cercana a la familia, ha informado sobre la vida poco estimulante y monótona del exdictador, recluido en uno de sus lujosos apartamentos situados en un rascacielos del distrito Moskwa City. Allí, fuertemente protegido por el servicio secreto ruso, mantiene un círculo mínimo de allegados y, salvo para dar ocasionales paseos por los alrededores, rara vez abandona su residencia, donde, al parecer, dedica la mayor parte de su tiempo a los videojuegos online, sin mencionar títulos concretos.

Aún así, ya hay quien especula en Internet sobre si, encerrado, aislado e inhabilitado a sus 60 años para ampliar su catálogo de tropelías, el sanguinario tirano ha encontrado en los juegos violentos una válvula de escape a sus instintos criminales. En cualquier caso, la imagen de un al-Assad convertido en gamer compulsivo marca el ocaso simbólico de una era autoritaria que dejó cientos de miles de muertos y un país completamente devastado.

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