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Miércoles, 11 de Junio 2025, 12:35h
Tiempo de lectura: 2 min
Los cascos inteligentes están transformando la movilidad sobre dos ruedas. Fabricados con materiales cada vez más seguros, la última ‘capa’ es un refuerzo inesperado: los datos. Datos que informan, comunican y salvan vidas. Para ciclistas urbanos, los modelos ya integran luces LED direccionales que aumentan la visibilidad; sistemas de alerta SOS que detectan caídas y envían notificaciones con ubicación exacta a contactos preseleccionados, y conectividad con aplicaciones de navegación sin necesidad de consultar el móvil.
Para motoristas, las innovaciones más recientes combinan cámaras frontales y traseras que eliminan los puntos ciegos; proyectando esta información en pantallas HUD (Head-Up Display) integradas en el visor, que muestran datos sin necesidad de apartar la vista de la carretera. Algunos incorporan luces LED traseras que, activadas por acelerómetros, funcionan como luces de freno suplementarias para alertar a otros conductores. Y la próxima generación incluye sistemas anticolisión con radar que activan automáticamente luces de advertencia cuando un vehículo se acerca demasiado, y tecnologías que permiten comunicación simultánea entre decenas de usuarios que se desplazan en grupo.
La integración biométrica ya monitoriza constantes vitales en tiempo real, detectando fatiga antes de que sea peligrosa. Los materiales adaptativos modifican su rigidez en caso de impacto, mientras sensores ambientales alertan sobre condiciones adversas. Todo ello manteniendo un equilibrio entre funcionalidad y ergonomía, con baterías que garantizan autonomía durante toda la jornada. Estos avances también llegarán a usuarios de patinetes eléctricos y otros vehículos de micromovilidad.
Pero esta revolución solo alcanzará su máximo potencial si se integra en ecosistemas urbanos como el de Valencia, reconocida Capital Verde Europea 2024. La plataforma VLC conecta estos dispositivos personales con la infraestructura urbana. Y los portales de datos abiertos ofrecen información geolocalizada que permite a los cascos inteligentes recibir alertas sobre tráfico, calidad del aire o puntos de recarga, mientras los datos anónimos que proporcionan estos dispositivos alimentan los sistemas municipales para optimizar la planificación urbana. Un bucle perfecto.