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Rosario de Acuña. antiguoscafesdemadrid.com. RMA
Rosario de Acuña, ilustre y luchadora

Rosario de Acuña, ilustre y luchadora

OPINIÓN ·

«Durante años Rosario mantendrá una cercana relación literaria y de ideas, siendo quien influyera en el despegue de la carrera profesional de su padre»

ALFREDO YBARRA

ZAGUÁN

Lunes, 10 de febrero 2025, 10:32

Insisto con frecuencia en la pérdida de memoria y percepción de la ciudad respecto a su verdadera identidad, respecto a su cabal historia, su extenso y ancho (tan variado) patrimonio y su Cultura. Es cierto que hay un buen número de ciudadanos con conciencia de ello, pero en las esferas significativas iliturgitanas el pulso al respecto se diluye; hay otros intereses más baladíes.

En todas partes suele ocurrir, pero en estos lares el lastre es muy grave. Al hilo de ello, vengo poniendo ejemplos de la Andújar eximia. Y al respecto de los últimos escritos donde resaltaba a Pedro Antonio Acuña y a su nieto Pedro Manuel Acuña, hoy traigo a colación a Rosario de Acuña y Villanueva, una mujer extraordinaria por su personalidad, por su vida y por su obra; tan intensas y complejas. Es a partir de los años 60 del pasado siglo cuando se ha puesto de relieve su figura y se ha reeditado y sacado del ostracismo gran parte de su obra. Rosario de Acuña, aunque nace en Madrid el 1 de noviembre de 1850, sus raíces son jienenses (en Andújar pasa su infancia y primera juventud).

Era hija de Dolores Villanueva y Elices y de Felipe de Acuña y Solís, que habían contraído matrimonio el cuatro de diciembre de 1847. Su abuelo materno, Juan Villanueva Juanes, médico y naturalista que estudió medicina en Alemania, fue uno de los primeros en introducir en España las teorías de Darwin. Era nieta de Felipe de Acuña y Quadros. Su padre, natural de Arjonilla, estudió la carrera de leyes, era sobrino de Pedro Antonio de Acuña y por lo tanto primo de su hijo, Luis de Acuña y primo segundo de su nieto Pedro Manuel de Acuña.

Con este último durante años Rosario mantendrá una cercana relación literaria y de ideas, siendo quien influyera en el despegue de la carrera profesional del padre de Rosario. Estamos ante una familia ilustrada, introducida en el mundo literario y de altos rangos políticos. Este contexto humanista y de significativos compromisos ideológicos va a ser un importante acicate en la vida de Rosario. Desde muy niña le acompañaron problemas de visión, por lo que por prescripción médica se refugiaba con relativa frecuencia entre las saludables florestas de la sierra de Andújar, sobre todo en la finca familiar, donde conoció y compartió charlas con importantes personalidades que concurrían en las partidas cinegéticas.

El 22 de abril de 1876 Rosario de Acuña contrae matrimonio con el militar Rafael de Laiglesia Auset. Pronto Rafael obtiene excedencia del ejército para dedicarse a cargos en la administración y en el Banco de España en varias localidades. Pero Rosario no aguanta las infidelidades del marido, ni el desdén de este a sus aspiraciones de inteligencia pensadora, y rompen, algo muy mal visto en una sociedad hipócrita y pacata que en estos casos achaca las culpas a la mujer (aunque separados, siguieron casados hasta el fallecimiento del marido años después)

Hay una carta autobiográfica de 1917 que Rosario de Acuña, como madrina escribió a un soldado de la Gran Guerra. En ella muestra las etapas decisivas de su autoafirmación y lo más cardinal de su espíritu. Entre otras cosas dice: «Viví ciega, con cortos intervalos de luz, más de veinte años [...] En todo este tiempo aprendí Historia de España e Historia Universal, [...] en obras que mi padre me leía con método y mesura; yo las oía atenta y, en mis largas horas de oscuridad y dolor, las grababa en mi inteligencia. Desde tan lejos viene mi amor a España [...] busqué ávidamente mayor cultura, y volé a los estudios de literatura, tan largo tiempo vedados para las mujeres españolas [...] Escribí versos, poemas, himnos, cantos, dramas, comedias, cuentos y una labor continua, como trama de todo esto, en artículos para la prensa patria y extranjera [...] A partir de entonces viví la vida... ¡Cuán intensa! ¡Cuán luchadora! ¡Y qué larga! [...] Este es mi dogma, mi fe: laborar, primero para el bienestar de los más próximos, de todos cuantos nos rodean, nos secundan o nos necesitan... familia... amigos... compatriotas [...] Quise conocer mi patria, palmo a palmo, y la recorrí a caballo y a pie, en varios años de peregrinación [...] quiero descubrirlo y aprenderlo todo por mí misma, con mi solo esfuerzo y voluntad». [...]

Escritora, librepensadora, dramaturga y periodista, humanista polifacética, autora de una abundante producción como poeta, dramaturga y ensayista. Dedicó gran parte de su vida a la defensa de un proyecto social regeneracionista y de un ideal ético basado en la libertad del pensamiento, la inteligencia y el progreso. Contemplada ya en su época como una de las más avanzadas vanguardistas en el proceso de igualdad social entre la mujer y el hombre, considerándose una valedora de los derechos de los más débiles. Se adscribe al reformismo y a la masonería, desarrollando una ideología republicana. En su primera época viaja a Andújar a encuentros familiares, estrenos teatrales, a tertulias y reuniones para motivar el raciocinio. Su vida y su obra muestran a una mujer valiente, en ocasiones polémica con los cánones establecidos, siendo objeto de las iras de los sectores más conservadores de su tiempo y de una época que la relegó hasta la mitad del siglo XX.

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