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Ambiente en la calle 12 de Agosto el pasaso sábado de Romería. J. C. GONZÁLEZ

Ombliguismo versus universalidad

ALTOZANO ·

«El ombliguismo localista frente a la universalidad de la ciudad, franca y acogedora, como una lámpara que seduce y deslumbra. La mirada corta frente a las amplias miras»

ALFREDO YBARRA

Domingo, 2 de mayo 2021, 13:45

En estas fechas suele hacerse público por parte de las diferentes instituciones una especie de balance relacionado con la Romería de la Virgen de la Cabeza, que tiene sus momentos culminantes el último domingo de abril. Y que encierra una tremenda significación, desde diversos puntos de vista, para Andújar. Este año la cuestión se ha reducido por la no celebración de este evento por culpa de la persistente y mordaz pandemia, teniendo lugar un contexto general de 'no Romería' y la misa pontifical en el Santuario del Cabezo de Sierra Morena. Al mismo tiempo parece que aunque seguimos muy coartados por la covid-19, las vacunaciones, la inercia general, el fin de los cierres perimetrales provinciales en Andalucía, y diferentes etcéteras, se pueden percibir brotes verdes (la metáfora económica es muy visual en general) y abren, o deberían de hacerlo, un debate sobre cómo va ser la salida de la gigantesca crisis existencial que vivimos. Consideración que debería ponerse seriamente sobre la mesa local, nuestro hábitat natural, estructurando un amplio e integral despliegue de objetivos.

Estamos en una situación extraordinaria, no es una época de cambios, es que es un cambio de época. ¿Estamos preparados para ello? ¿Nuestra sociedad local, nuestras diferentes instituciones, se están movilizando para proyectar una plena e integral ciudad de futuro? Reformulada, más humana, inclusiva, resilente (término cada vez más introducido en el lenguaje común), sostenible. Con cauces eficaces y activos de participación ciudadana en la gobernanza y la gestión local, con un horizonte nuevo, vanguardista, fértil en el desarrollo económico y laboral.

Pero que Andújar viva en su espíritu abisal deslumbrada por un centelleo adocenado que difumina sus medulares campanarios, me solivianta las entretelas, porque me preocupan e interesan los sentires, las cuitas, los anhelos, las quimeras, de mi ciudad. Y con lo que ahora digo, no, no trato de plantear ningún tipo de crítica áspera a los responsables de nuestra actualidad, ya sean políticos o cualesquiera otros. No, quiero ir más allá del epidérmico día a día cotidiano y situarme en una perspectiva ontológica, más trascendental, pero nunca distante de la arcilla ardorosa profunda y astral de estos lares. Hablo de una mirada teleológica, expresión que se refiere a las causas finales. O sea, usando ese término, sin ningún ánimo engolado, aludo a trazar un proyecto ciudadano a largo plazo, consensuado, y forjado desde ahora con un diseño, un propósito, un principio director, y una finalidad.

Me refiero a recetas audaces para salir del achantamiento visceral que lastra la propia esencia de este lugar de impares singularidades. Es, creo, tiempo de la catarsis general. Momento de dejar la acera que parece que tenemos predeterminada y romper el viejo guion. Algo excepcional para unos momentos insólitos. Es la ocasión para reformular las ilusiones y dar un vuelco germinal a Andújar.

La ciudad por motivos muchas veces explicados, históricamente ha sido un singular núcleo de convergencia de pueblos y culturas, un regazo entre territorios dispersos, un lugar cosmopolita, abierto a las vanguardias y a la modernidad, un espacio propicio a los mestizajes de todo tipo. Tal vez esta haya sido su principal fortaleza, el germen primordial de sus oportunidades (también su debilidad a la hora de preservar la diversidad de su patrimonio). La universalidad ha sido el gran faro de Andújar, una parte fundamental de su idiosincrasia. Sin embargo, hace ya bastante tiempo que nos venimos empeñando en algo completamente diferente, desvirtuando la secular personalidad andujareña y de sus referentes. Y paradójicamente estamos viviendo en cierto modo una involución pseudopatriotera o chauvinista.

El ombliguismo localista frente a la universalidad de la ciudad, franca y acogedora, como una lámpara que seduce y deslumbra. La mirada corta frente a las amplias miras. Un 'suigéneris' etnocentrismo, que antepone los criterios propios exclusivamente en cuestiones que debieran tener más apertura de percepciones, ocupa estrados referenciales de la localidad; no dejando espacio a un metarelato de la andujanía, al discernimiento trascendente de la dinámica ciudadana. No abriendo cauces al respeto de otras apreciaciones. Eso influye y mucho en una ciudad plegada sobre sí misma y no dispuesta a descubrir mil nuevos asideros ¿Está la sociedad local preparada para unos nuevos propósitos? ¿Hay ánimo de encarar una vigorosa regeneración? ¿Podrá esclarecer unos preclaros objetivos que insuflen un álgido aliento a los ciudadanos y al corazón de Andújar?

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