Fabricando velas de cera blanqueada al sol
Manuel Bellido es la cuarta generación de cereros de una fábrica iliturgitana donde tienen por premisa ofrecer una alta calidad a sus clientes
MÓNICA LOPERA
Miércoles, 4 de enero 2017, 00:56
Tradicionalmente, la zona de Andújar, por su situación entre la campiña y la sierra, ha sido un lugar idóneo para la apicultura, de ahí que durante muchos años no fueran pocas las familias iliturgitanas que vivieron de la extracción de miel, en ocasiones destinada al consumo humano, en otras para fabricación de productos y en algunos casos, como el de la familia Bellido, para ambas cosas.
Fue en el año 1889 cuando Francisco Bellido Rubio registró la marca 'Ceras Bellido' en Andújar, poniendo en marcha así un negocio donde, como su propio nombre indica, se fabricaban velas de cera, pero donde también se aprovechaba la miel para elaborar dulces, una línea de negocio esta última ya hoy desaparecida pero que ha hecho que, por ejemplo, que al lugar donde se fabrican las velas se le sigan llamando obrador.
Y allí, en ese obrador tan particular es donde desempeña su trabajo desde hace 24 años Manuel Bellido, la cuarta generación de cereros que junto con su primo dirige un negocio que anteriormente fue de su padre y de su tío. «Sigue siendo una empresa familiar como la que creó mi bisabuelo», apunta este iliturgitano que se crió entre velas y que, aunque desempeñó algún que otro trabajo antes de establecerse en la fábrica, tenía claro que quería continuar la tradición heredada de su familia y que quería seguir haciendo un producto que, asegura, es imposible de encontrar en otro sitio.
Peculiaridad
La peculiaridad, dice, estriba en la calidad de las velas que elaboran. «Fabricamos con cera natural de abeja, extraída directamente de las colmenas y como esa cera tiene color y la vela es blanca, siempre hay que llevar a cabo un proceso para quitarle ese color», indica Bellido, que explica que mientras que en otros sitios ese color se quita con productos químicos, en esta fábrica iliturgitana se hace de forma totalmente natural, con el llamado procedimiento de asoleo, que consiste en dejar que la cera se decolore al sol como se hacía antiguamente. «Hemos evolucionado en muchas cosas, pero la esencia, la forma de fabricar una vela, sigue siendo la misma desde el principio», explica Manuel.
Y eso, el realizar todo el proceso de forma natural es lo que le confiere la alta calidad que tiene el producto final. «La cera, al no echar ningún producto químico, mantiene todas la propiedades organolépticas, eso hace que en cuestión de combustión, duración y flexibilidad, la vela que se obtiene sea mucho mejor», manifiesta el fabricante de velas, que indica que en otros sitios «ya ni siquiera blanquean la cera con productos químicos, sino que la compran directamente blanqueada y la diferencia es abismal».
De ahí, de esa diferencia de la que habla Manuel, viene seguramente el hecho de que esta fábrica, que en temporada alta cuenta con unos 25 trabajadores, haga velas para cofradías no sólo de la provincia de Jaén sino de toda Andalucía. Desde el pasado mes de noviembre, y hasta aproximadamente la Semana Santa, «el obrador» se encuentra a pleno rendimiento cumpliendo con todos los encargos. Muchos de ellos se mantienen de un año a otro y siempre surgen algunos nuevos. «Está claro que si la mayoría quiere nuestras velas por algo será, el precio difiere poco y la diferencia en la calidad sí que se nota muchísimo», sentencia.
Para el cine
Lógicamente, además de para cofradías, Ceras Bellido también fabrica para parroquias, conventos y para cualquier negocio que tenga las velas entre sus productos. Lo más curioso, quizás, es que también han realizado alguna vez trabajos para productoras de cine. «Nos han hecho ya varios pedidos en este sentido porque la vela hecha con cera de abeja da una luz más fuerte, más limpia y eso les interesa, por ejemplo, en rodajes que se han hecho en iglesias donde aparecen pinturas o imaginería muy valiosas que no quieren estropear con el humo que echa una vela fabricada con hidrocarburos, parafina y grasas animales», apunta Manuel, que señala que, en ese sentido, el primer pedido cinematográfico les llegó a raíz de la película 'Volaverunt', que se grababa en una iglesia donde compraban velas de Ceras Bellido y les recomendaron al ver que las humaredas que desprendían las velas que había adquirido la productora a sus proveedores.
Seguir ampliando clientes en el mundo del cine, dice Manuel, no es una prioridad para la empresa familiar, pero, sin duda, les hizo mucha ilusión ese y otros encargos similares que vinieron después. «Lo que nos demuestra eso es que acertamos de pleno al seguir apostando por ofrecer la máxima calidad», manifiesta este iliturgitano que se confiesa feliz con lo que hace. Después de tantos años en la fábrica, ha pasado casi por todos los puestos y ahora mismo, aunque se dedique más al tema comercial, no se le caen los anillos cuando en temporada alta todos tienen que arrimar el hombro para fabricar, empaquetar o lo que haga falta. «Sigo disfrutando mucho con lo que hago», asegura.
Manuel explica que, una vez que se blanquea la cera al sol, ésta para a unos silos donde tiene que estar almacenada unos tres años para que pierda toda la humedad y se apriete. «Cuanto más tiempo pase en el silo, mejor calidad da», asegura. Y a partir de ahí ya se puede utilizar para la fabricación, que es la misma que la de hace años: con unos aros que se sumergen en la mecha del recipiente que tiene la cera y que se va engordando capa sobre capa, dándole la forma y el grosor que ha pedido el cliente.
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