Andújar recupera los toros en tarde triunfal
Padilla, Castella y Javier Jiménez cortaron a las reses de Salvador Domecq ocho orejas y un rabo
ÁNGEL A. DEL ARCO
Domingo, 11 de septiembre 2016, 22:29
Había buen ambiente en la ciudad iliturgitana al amparo de un festejo taurino que devolvía los toros después de un año de vacío. Los empresarios ... Carmelo García y Antonio Sáez decidieron apostar por una ciudad de larga tradición taurina, venida a menos en los últimos años por malas decisiones, creadas por intereses partidistas que hicieron que poco a poco los aficionados abandonaran el coso taurino. Ayer la afición respondió llenando tres cuartos del aforo.
La dureza de los últimos años a causa de la crisis económica junto al duro golpe de la ausencia de toros del año pasado, con decisiones difícilmente entendibles, dejaron a Andújar no sólo sin toros, sino con la razonable duda de si sería capaz de restablecer la situación. Así ha sido, de la mano de los nuevos empresarios consiguiendo un cartelazo de primer nivel a pesar de la ausencia de Roca Rey, aunque sustituido con el diestro sevillano Javier Jiménez, que este año se ha reivindicado con triunfos importantes en Sevilla, Pamplona y sobre todo Madrid.
Toros y toreros
No fue buena la corrida de Salvador Domecq pero sí manejable. Todos nobles, aunque a menos en el último tercio. La segunda parte de la corrida fue mucho más entretenida pues se lidiaron los toros más potables del encierro.
Entrega total y absoluta la que tuvo el jerezano Juan José Padilla. Su primer toro fue noble pero soso, lo que no fue impedimento para que el ciclón lo recibiera con dos largas de rodillas y vistosos lances a la verónica. Estuvo correcto en banderillas, enjaretando una labor voluntariosa por ambos lados, aunque le faltara reposo. Más templados resultaron los naturales, finalizando en las cercanías del animal con toreo de rodillas y desplante. Mató de buena estocada asegurándose en ese primer toro la Puerta Grande.
Se movió más el cuarto de la tarde, aunque no con tanta nobleza. De nuevo se lució en los primeros tercios, para realizar una faena de muleta, que por cierto brindó al atleta retirado y medallista olímpico Fermín Cacho que reside en la ciudad iliturgitana, voluntariosa y llena de mérito, teniendo que someter arreones incómodos del animal, y cortando una oreja.
Castella, un rabo
Qué bien toreó el francés Sebastián Castella con el capote a sus dos toros, tanto a la verónica como por chicuelinas. Aunque lo mejor vino en su faena de muleta al segundo de su lote, uno de los mejores del encierro. Aplicó mucho temple y suavidad, toreando muy despacio y con mucho gusto por el pitón izquierdo. Al natural los muletazos surgieron limpios y cadenciosos en una labor siempre en tono alto. Se arrimó y mucho en el final del trasteo, consiguiendo redondos por ambos lados que encandilaron a los tendidos. La estocada resultó fulminante, cortado los máximos trofeos.
Una se llevó de su primero en labor de nueva templada, sin toque bruscos e imprimiendo suavidad en sus muletazos cortando una oreja que pudieron ser dos de no pinchar.
Otro tanto le ocurrió al sevillano Javier Jiménez que sustituía al lesionado Roca Rey. Perdió los trofeos con la espada. Pero qué bien toreo con el capote a sus dos toros. Y qué bien también con la muleta, con mucha verdad y torería. Los trasteos resultaron ajustados y profundos. Sorprende que con lo poco que torea esté tan puesto.
Decidido en todo momento toreó de forma soberbia sobre la diestra a su primera y sublime al natural en el último. Si hubiera manejado con acierto las espadas su premio hubiera sido mayor que las dos orejas del último.
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