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Atrayentes resultados

Desde el punto de mira del observador, los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de hace dos domingos y la gestión de los mismos me resultan apasionantes. Nos sacan del plano dibujado a machamartillo al que estábamos acostumbrados elección tras elección. Y luego están los que braman porque parece que nos sobreviene prácticamente el apocalipsis.

ALFREDO YBARRA

Miércoles, 11 de mayo 2016, 06:29

Me estimula el ánimo todo este batiburrillo que se ha montado alrededor. ¿Cuántos botones de muestra podríamos poner? Desde Esperanza Aguirre a Ana Palacio o Juan Miguel Villar Mir, pero sería muy larga la nómina de quienes no quieren enterarse de lo que los españolitos de a pie están pidiendo a las clases dirigentes de este país a todos los niveles.

La crisis ha hecho que aceleradamente nos quitáramos muchas anteojeras, pero sobre todo nos ha llevado a tomar consciencia de que en el terreno de lo público, la transparencia, las formas y por supuesto el fondo, tienen que estar abiertos de par en par a la ciudadanía, que de algún modo ha de tener voz y voto. La gente estaba ya harta de paños calientes y de fariseos aquí y allá. El cabreo se ha enfocado, y ahora el panorama es el que es.

Que no se rasgue nadie las vestiduras cuando precisamente son esas mismas personas las que han creado este patio de monipodio en que hemos convertido la política y la gestión de lo público. Ahora los pactos y acuerdos se van a tener que trabajar más sopesadamente, y el reparto de canonjías se tiene que cuidar más, sin traicionar promesas electorales contraídas. Aunque los falsos purismos también se pueden pagar, la política consiste también en ceder y llegar a puntos de acuerdo para beneficiar la gobernabilidad y el beneficio de los ciudadanos.

Esta complejidad de resultados en los municipios y comunidades autónomas hace que el bipartidismo se haya roto (aunque el PSOE haya resistido bien el envite) con la incorporación de dos partidos con importante protagonismo. Pero a todos los partidos les satisfacen los resultados, salvo UPyD. Todos, sin excepción, habrán de pactar, moderar las pretensiones, ajustar programas.

Sobre todo, se abre ahora una etapa donde hay que saber conjugar el verbo consensuar de todos los modos posibles. Estos resultados hacen que casi nadie goce de una mayoría absoluta, que facilita el nepotismo y usar el rodillo. El gobierno se deberá de ejercer con la conjunción de fuerzas y voñuntades, y las decisiones que se tomen deben beneficiar a los ciudadanos, lo que hace que la ética se ponga en valor de verdad.

Hay que buscar satisfacer las necesidades, los intereses, con eficacia, considerando los beneficios que tienen que recaer en lo colectivo. Pasa en la empresa, en la familia. ¿Por qué no va a poder pasar en política? Llega un tiempo que tiene que ser de diálogo, y eso siempre es bueno. También hay un peligro, el de los descontentos de los acuerdos que elijan dar el bandazo y así trapichear. Pero eso ya también lo van a percibir mejor los ciudadanos y lo evaluarán.

Una vez salvado el proceso negociador inicial, parece evidente que de la diversidad puesta a favor de un fin común, pueda resultar una auténtica rehabilitación de la política, algo que es hoy esencial.

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