Luís de Torres, un hombre, un político ligero de equipaje…
Cuando desde el Poniente al Levante andaluz, cuando desde los órganos de piedra de Despeñaperros hasta la Punta de Tarifa, las brisas ya aroman a primavera, cuando en este Viernes de Dolores, el sur inicia su Semana de Pasión, te nos has ido, amigo Luís, te has bebido el último sorbo del Vía Crucis de la vida y has partido, en silencio y en paz, a besar las manos maternales de la Virgen y a mirar, serenamente, el rostro glorioso de Dios en el Gólgota azul del Cielo. Llevas en tu alma las credenciales de los romeros de aquí, los romeros de la Virgen de la Cabeza, a la que tú tanto besaste su manto...
PABLO UTRERA
Miércoles, 11 de mayo 2016, 08:36
Luís, tú siempre fuiste un hombre de avanzadilla, un hombre que alma de hombre a los hombres le distes, un hombre de sueños tempranos y agavilladas realidades, caballero sin otra armadura ni escudo que la largueza de tus valores y el yunque de tus principios.
Buen orador, - lejos de los juegos florales- , sembrador, que no voceador, de trigos candeales, samaritano, entre mercaderes, de los caminantes que buscan por las veredas el pan de sus hijos, has elegido para tu despedida, un título que te honra y honra a la sangre de tu sangre: " MAESTRO NACIONAL". Ese ha sido, de entre todos tus talentos evangélicos, el que has elegido para llevarlo en tus eternas y ligeras alforjas... Y ese galardón, será el que conserve Marisol, tu esposa , tus hijos y tus nietos....: ¡ Maestro y... padre ejemplar, de pies a cabeza y de costado a corazón!
Permíteme, entrañable amigo Luis, que sin más pretensión que significar para los tiempos y la memoria, la magnanimidad de tu entrega, recordar y recordarte que fuiste un hombre capaz de no dejar otra huella en el albero de la política, que el de tu honradez. No hace falta que ponga las manos en el fuego, cuando ese fuego arde con las llamas de la realidad, la realidad de la herencia que has dejado a tus hijos: ¡Los talentos de la dignidad y el trabajo, la única herencia que no necesita de escrituras ni escribanos!
Navegaste por la vida como sólo lo saben hacer los marineros que dejan estelas en la mar, con rumbo abierto pero sin perder el horizonte, con la rosa de los vientos tatuada en la mirada, dispuesto al embate de la galerna, tanto como a la caricia abrasadora del terral...
Te llevas a gala tu vocación por la educación y la docencia y aunque un día cambiaste la inocencia de los pupitres por el oleaje de los escaños, nunca dejaste de ser maestro; tu verdadero empeño, haya sido cara a la pizarra, haya sido cara a las ideas, siempre tuvo un norte: El pueblo y los hijos del pueblo.
Ahí están los hechos, ahí tu biografía de ejemplo, ahí está tu mirada, siempre franca, siempre abierta al encuentro del vecino que te necesitaba o el ciudadano que te pedía soluciones a sus problemas.
Caballero de buen porte, tan alejado de la altivez como cercano a la lealtad, alejado de las almenas de la heráldica, nunca vasallo, siempre alejado de los fosos del castillo, donde se acumulan la avaricia, la corrupción y la impunidad.
Has pasado, amigo Luis, pasaste por Andújar, un día ya lejano, cuando el aire que respirabas aromaba a primavera y se te abrió el corazón , bajo la luz prestante de Andújar, enamorándote como el doncel Macías de una andujareña, Marisol, Marisol Martínez Pajares, compañera noche y día, días y noches en la salud y en la enfermedad, en los días de sol y en las jornadas sombrías. De aquellas hermosas y fértiles lluvias floreció a la vida una gavilla de trigos, - hijos y nietos- sangre de vuestra sangre crecidos en las campiñas soleadas de vuestro ejemplo.
Bien conocías tú, entrañable amigo Luis, viajero hoy por veredas eternas, el valor de las palabras, palabras que no se las lleva el viento cuando van amarradas a la libertad, la norma y la justicia. Ese fue el gran proyecto de tu vida: La palabra como garante de una sociedad más justa, la palabra avalada con los hechos, la palabra cimentada en los principios y los valores cristianos en que tú creciste desde aquella cuna de Arjonilla, en que su sonajero.., tintineaba a trabajo y honradez.
Las mías, mis palabras de hoy ? oración quiero que sean- las he cincelado para que se conviertan en aleluyas y bálsamo, aleluyas con los que un ángel niño te habrá abierto los portones misericordiosos de la gloria y bálsamo para lo que aquí se quedan, para los que aquí nos hemos quedado con el alma más liviana y la esperanza más crecida.
Algo se queda en el alma cuando un amigo se va... ¡ Y es verdad! En nuestros pechos, con tu silenciosa y cristiana despedida, el alma se nos ha engalanado de orgullo, orgullo sano de haber vivido bajo las brisas , siempre cálidas, de tu amistad.
¡Dios y la Virgen de la Cabeza, te lo premien!
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