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Quien tuvo retuvo

Dice el refrán que "quien tuvo, retuvo". Y es algo nutritivo en mi pensamiento sobre la ciudad, su devenir, sus gentes. Y es que Andújar fue en otros pretéritos tiempos, un foco importante en diversos campos, tanto sociales, económicos, político-militares, como también artísticos. Y eso me hace poner la criba, para que la paja no oculte el grano. Porque, en, o, desde, la ciudad iliturgitana, siguen fluyendo manantiales de proyección y valía. 

ALFREDO YBARRA

Miércoles, 11 de mayo 2016, 08:53

Ya digo, en muy diversos campos, que si unos están en el escaparate orquestal, otros vadean las circunstancias de un modo más personal, muy meritorio. Estos últimos poco van a ser reconocidos en estos pagos, salvo las consabidas excepciones y anécdotas. Ya saben que la ciudad es muy dada a poner sus catafalcos a ciertos personajes y los encumbra, bastantes con razón muy certera. Pero otros son fruto de una idiosincrasia, que se hace viral, muy iliturgitana, entre la exageración, la insulsez cubierta de purpurina, y la abonada hipocresía.

Podríamos poner ejemplos de muy diversa índole, pero pongamos el punto y seguido. Como les digo, me da alegría distinguir iliturgitanos de cuna o adopción con un empaque señero, que despuntan, que abren camino, que no se envuelven en la ramplonería mezquindad banal; y que desbordan ese humanismo que distingue al verdadero personaje de lo sórdido.

Podríamos hacer una nómina entre todos muy interesante. Pero retrocedamos en el tiempo, recordemos a la familia Bolaños que se sitúan en la senda abierta por los pintores autóctonos del siglo XVI de Jaén, donde sobresale, Antonio Sánchez. El más importante de esta familia es Juan de Bolaños, el Viejo, valenciano, avecindado en Andujar, desde donde extiende su acción a Baeza, Úbeda y Jaén, haciendo un arte de clara tendencia protobarroca.

Suyo es el cuadro que reproduce La Batalla de las Navas de Tolosa, que se encuentra en Baeza, existiendo una copia en la sacristía de la catedral de Toledo. Y ahora ya cercana la Semana Santa, cada lunes santo en Sevilla surca las calles una de las cofradías más elegantes y personales de toda la Semana Santa. Desde la iglesia de San Vicente se echa a la calle con un fuerte sabor a antiguo y a seriedad una hermandad que le da nombre su titular Cristífero, el original Cristo caído de las Penas.

Hasta 1967 el peculiar caído de escuela ronaldesca procesionó con la típica cruz arbórea para pasar a partir de entonces a escenificar la escena con una cruz de carey, que se restauró y reformó. Dicha cruz procedía de Écija, siendo encargada por el marqués de Alcántara del Cuervo al maestro ebanista de Andújar Juan Francisco de Pareja en 1734.

Aprovecho para recalcar que hay un campo con el de la ebanistería donde Andújar siempre tuvo grandísimos maestros. Pues bien, son simples pinceladas pequeñas de que Andújar tuvo, y, hoy, podemos decir también, que retuvo.

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