La ciudad se entrega por completo a la bendición de las roscas de San Blas, una tradición ya milenaria
La ciudad vivió el pasado martes día 3 de febrero con motivo de la festividad de San Blas una de sus tradiciones más antiguas y que data de la Edad Media, por lo que es milenaria y se ha consolidado con el discurrir de los siglos. Feligreses de todas las parroquias cumplimentaron la bendición de las roscas de San Blas, porque aparte de proteger a las gargantas perdona los pecados veniales.
JOSÉ C. GONZÁLEZ
Miércoles, 11 de mayo 2016, 07:58
Las roscas que se bendijeron fueron para los familiares, por lo que este producto no faltó en las comidas, como así atestiguaba el trasiego de vecinos con sus bolsas llenas de roscas por las calles.
Francisco Martínez, feligrés de la parroquia de Santiago Apóstol de La Lagunilla y su párroco Manuel indican que el pan y la invocación a la protección están muy ligados a la consagración eucarística, "antiguamente no se bendecían las roscas en todas las parroquias, ya que solo se hacían en las de la periferia", rememora Francisco.
Tradicionalmente se le considera a San Blas patrón de los enfermos que padecen afecciones de garganta, ya que según cuentan, salvó de la muerte a un niño que se ahogaba por tener introducida en su garganta una espina de pescado, aunque también era un hombre que curaba a los animales salvajes cuando se acercaban a su cueva en el Monte Argeus, lugar donde vivía y oraba en su retiro.
En Andújar, Marmolejo y Arjonilla, dice la tradición, que una vez bendecidas las rosquillas, una de ellas hay que guardarlas todo el año para que San Blas proteja a todos los habitantes de la familia de las afecciones de la garganta y les de salud tanto física como espiritual
Las panaderías, tiendas y pastelerías vendieron miles de rosquillas en la ciudad andujareña a primeras horas de la mañana, incluso los párrocos se personaron en algunas de ellas para bendecirlas, "desde que pusimos en las redes sociales la bendición de las rosquillas, la gente no ha parado de venir a nuestro establecimiento a adquirirlas", comenta la propietaria de una pastelería de la Corredera de Capuchinos, Ana Arenas, quien también se atrevió con las de chocolate.
Las personas mayores también señalan que la protección se extendía tanto a los animales como los burros, que realizaban las tareas de labranza. A ellos también se les suministraba una importante porción de la rosca de San Blas, para que estuvieran sanos y libres de afecciones.
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