Cuna de escultores
La vida tiene sus misterios, páginas que necesitan ser leídas con la lupa de arcanos prodigios. Andújar tiene muchas de esas. Es el caso por ejemplo de la importante pléyade de artistas iliturgitanos que han salpicado siempre los lares de la historia. ¿Es que por arte de birlibirloque en estos pagos se haya estimulado o recompensado especialmente al artista? ¿Ha habido una tradición local importante de academias o talleres dedicados a la formación y creación artística?
ALFREDO YBARRA
Miércoles, 11 de mayo 2016, 06:42
Sin ser experto, creo que no exactamente, sería igual que otras poblaciones de igual raigambre. Aunque se pudo dar la circunstancia de que ciertos creadores influyeran en jóvenes que a la vez con el tiempo igualmente ocuparan facetas artísticas diversas.
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La importancia de la tradición alfarera en la ciudad pienso que también influyera. Porque precisamente el área donde iliturgitanos han despuntado, ha sido en la escultura, y de la artesanía ceramista al modelado con el barro, hay una línea muy fina. Por eso aquellos maestros de las cacharrerías, las escuelas de cerámica que ha habido, son tal vez claves. Con González Orea hablé de ello bastante, incluso él tuvo taller formativo algún tiempo en la Safa. Lo cierto es que escultores iliturgitanos han descollado en diferentes épocas como artistas de renombre. Eso sí, la inmensa mayoría tuvo que irse de Andújar para ser reconocidos.
Es el caso de Pablo González Velázquez (1664-1727), escultor barroco cabeza de una dinastía de artistas. Nació en Andújar aunque lo mejor de su actividad lo realiza en Madrid, donde nacieron sus hijos Luis, Alejandro y Antonio, pintores los tres.
El rey Luis I le ofreció en 1724 el puesto de escultor de cámara, al que habría renunciado por hallarse viejo. De las diversas obras que se le atribuyen cabe señalar la estatua de San Luis de la primitiva portada de su iglesia (1716), trasladada a los pies de la iglesia del Carmen tras la demolición del viejo templo, y las esculturas del retablo mayor de las Calatravas. También se atribuye a González Velázquez las esculturas de tamaño natural de San Joaquín y Santa Ana del antiguo colegio de los Irlandeses en la calle del Humilladero, que se dieron por perdidas en 1936 pero que, en opinión de Jesús Urrea, serían las incorporadas al Museo Nacional de Escultura de Valladolid con atribución a Juan de Juni.
El escultor iliturgitano se caracteriza por el retorno a los modos de Juni, lo que se aprecia en las a él atribuidas esculturas de San Zacarías y Santa Isabel de la iglesia de la Venerable Orden Tercera de Madrid. Y como cruz de la moneda, Andújar sigue sin conocerse, sin reconocer a sus grandes personajes, alejada de una vida artística de savia y patrimonio que le pertenecen, y que la alumbrarían en su verdadera dimensión.
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