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La sencillez que acerca

He ido a comer un quesito y vuelvo a cerciorarme de que quien fuera el inventor del envoltorio le dio vueltas al asunto para hacer fácil el desentrañar estas porciones triangulares. Que yo aún recuerdo lo difícil que era abrir la platina de un quesito de antes. Sin embargo, igualmente una y otra vez sigo constatando lo complicado que hacen los fabricantes el poder abrir un paquete de garbanzos, de judías, de café,..., de los más normales que se pueden encontrar en cualquier tienda o supermercado. Hablo a nivel general, que ya alguna marca ha encontrado su pequeña piedra filosofal. En cuanto uno se descuida, se rompe el envoltorio y ya la hemos liado, por mucho que la agradecida pinza de la ropa, que siempre tenemos por la cocina para estos casos, haga su apaño, la rasgadura del plástico siempre se las apaña para avanzar.

ALFREDO YBARRA

Miércoles, 11 de mayo 2016, 08:22

Con todos nuestros avances tecnológicos; a punto de enviar una colonia humana a Marte y seguimos sin resolver sencillos problemas de intendencia. Porque no hay interés en ello, porque de lo contrario, seguro que la cosa en un pispás se arreglaba.

Digo esto como metáfora de la vida. Nos complicamos el día a día de nuestra existencia demasiado, dedicamos mucho tiempo a desentrañar embrollos que deberían resolverse con natural sencillez. Podríamos pensar mil circunstancias al respecto. Incluso hay personas que necesitan complicar las cosas para ser felices. Al igual que hay personas que todo lo hacen fácil, que irradian sencillez.

Decía Einstein: "Se debe hacer todo tan sencillo como sea posible pero no más sencillo". Dentro de cada uno existen luchas, deseos, impulsos que nos hacer ser prisioneros de un mundo complejo de emociones y pensamientos. Quienes disciernen, quienes al emprender algo lo vuelven, inmediatamente, cómodo, posible y viable; quienes siempre ven la luz; quienes tratan de no invadir, ni someter, ni reprimir, ni incomodar, son personas en el fondo sencillas.

Las personas que complican las cosas, viven rodeadas de pensamientos negativos, complicados, que se traducen en conductas o estados anímicos angustiados o de desasosiego. La vida es bastante más sencilla de lo que parece. Sin sencillez, uno no percibe el mensaje interno de las cosas. Con una mirada lo más sencilla posible uno puede distinguir las sutiles señales que manda la vida para apreciar la belleza y la grandeza interna de lo que le rodea, ya que, al fin y al cabo la sencillez es poder entrar en la realidad buscando la verdad de las cosas.

Pero no confundamos sencillez con simplificación. Sólo los inteligentes saben aclarar la mente, reduciendo lo complejo a lo elemental. Es decir, resolver lo complejo y no complicar lo simple. Por eso la sencillez es una tarea de artesanía. Hay que saber desprenderse de tantas cortinas, visillos, biombos y velos, que nos complican la mirada diáfana y rasa de las cosas. La sencillez no es ascetismo sino sensatez. A Goethe le gusta afirmar que la vida se comporta con nosotros como si fuera un espejo, porque nos devuelve el talante con que la encaramos. Quien vive con sencillez aleja de su existencia todas las complicaciones innecesarias.

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