Andújar y la Aparición
La lluvia de estrellas Perseidas es quizás la lluvia de meteoros más llamativa del año en el hemisferio norte. Este fenómeno estelar crece gradualmente, produciendo de 50 a 100 meteoros por hora en un cielo oscuro a su pico y que se percibe mejor cuando el clima es tibio. Las Perseidas suelen aumentar en número mientras la hora acerca la medianoche, y produce típicamente la cantidad mayor de meteoros o halos luminosos en las primeras horas antes del amanecer.
ALFREDO YBARRA
Miércoles, 11 de mayo 2016, 06:24
Este año, las persiadas pueden observase desde esta noche, hasta la del próximo miércoles. Y además, como siempre coinciden con la local fiesta de la Aparición de la Virgen de la Cabeza, que une cielo y tierra en una vigilia siempre sorprendente. Es algo intrínseco por su propio germen. Las celebraciones religiosas y los acontecimientos naturales siempre han estado unidos, lo natural y lo espiritual en un mismo eje de fuerza.
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Según cuenta la tradición este año se conmemora el 787 aniversario de la aparición de la Virgen en ese cabezo de la sierra, junto al Jándula, peñón que predomina en toda la extensión del horizonte, que se convirtió en mágico y sacro emplazamiento donde se ubicó un santuario, hoy además basílica.
La fiesta de la Aparición en los últimos lustros ha ido tomando bastante empuje. Si abril es romero por antonomasia, y mayo es un mes que celebra a María, agosto no deja de tener muchos surcos hundidos en la historia y en la tradición mariológica, no sólo en la religión católica, sino en otras referencias cristianas, véase la iglesia ortodoxa.
Se celebra la noche del once al doce de agosto un acontecimiento que ha marcado a lo largo de los siglos a muchas generaciones desde una espiritualidad sustancialmente primigenia, universal, y repleta de alegatos a ese Dios que se necesita humanizar para acercar, y, ahí está la correa de transmisión que por estos lares se comisiona en el guión creyente a la maternidad y sencillez de María.
La celebración de la Aparición toma fuerza a partir de los años sesenta del pasado siglo, donde se escenifica con gran acierto y éxito la escena espectral ante un humilde pastor, acaecida en 1227. Se trata de un acontecimiento especial, más intimista que la Romería, que con esa confabulación estelar tan especial invita a la metafísica del milagro, o al menos a una revelación onírica que ante una historia religiosa de casi ochocientos años de trayecto, tan singular y repleta de celestes y telúricas evidencias prodigiosas, nos devuelve muchas chispas trascendentes.
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Pero como en tantas cosas que suceden en Andújar, también la Aparición se escapa sin que haya desde distintas perspectivas contenidos que puedan incidir en revitalizar la vida, el desarrollo y la identidad de la ciudad.
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