Miguel Ángel, el fotógrafo y el iliturgitano de bien

Cuando suenen las campanas de San Bartolomé para dar el adiós a su vida y la entrada a las estancias de una inmortalidad, que se merece con creces desde su bonhomía y honradez cultivadas de mil maneras a lo largo de su vida que aunque difícil, él hizo siempre amable y entrañable.

Se va un amigo verdadero al que conocí hace más de treinta años y con el que he compartido mil momentos de toda índole, sobre todo los relacionados con el mundo de la prensa, la fotografía, y especialmente con esa Andújar de identidad indesmayable. Nos unió la corresponsalía de Ideal en los años en la que la ejercí y luego las colaboraciones que he mantenido en este diario y donde sus fotos eran la aportación definitiva para cerrar el círculo perfecto de la noticia, la entrevista o el reportaje. Luego, en la editorial Alcance y el periódico Guadalquivir, que pergeñé e intenté dirigir, él fue compañero fiel y esencial. Y también en tantas batallas donde nos hemos implicado, colaboraciones en publicaciones varias, surgidas de mil sitios y eventos, donde nos implicábamos cada uno desde una perspectiva, especialmente, en mi caso, los culturales, o perfiles específicos de la romería.

Últimamente también quisiera mencionar sus aportaciones a la Revista Aires de Sierra Morena, la revista que edita el Santuario de la Virgen de la Cabeza, y en la que intervengo. Siempre desprendido, siempre disponible, siempre amigo. Pero Miguel Ángel es mucho más.

Es ese fotógrafo que ha realizado tantos y tantos reportajes de bodas, bautizos y comuniones. Por cierto, era un sobresaliente devoto de la Morenita. Ha estado muy vinculado a la vida social de Andújar, y, su cámara no ha faltado en cualquier circunstancia. Corresponsal gráfico, como he dicho de Ideal, también lo fue del diario Jaén. Ayuntamiento, partidos de todos los colores, entidades, hermandades y cofradías, clubs deportivos,..., han echado mano siempre de Miguel Ángel, siempre con la misma respuesta, su afabilidad y profesionalidad. Hasta puedo decir que en muchas ocasiones su bondad, su candidez vocacional, hacían que ni cobrase lo que tenía que cobrar, y, en circunstancias especiales, ni cobrase. Pero él siempre sonreía, él siempre miraba para adelante.

Hay que decir que Miguel Ángel ha sido una persona intrínseca a la vida local en los últimos treinta años, que ha dado siempre más que lo que pudiera ser lo propio de un encargo fotográfico, y eso merece nuestra admiración, y más si la recompensa que buscaba, de verdad, a diferencia de tantos y tantos de nosotros, era el apretón de manos, el abrazo, una sonrisa, o compartir una cerveza entrañablemente.

Hay una anécdota que quisiera contar. Mi hija Cristina cuando era pequeña y veía a Miguel Ángel al lado de la imagen de la Virgen de la Cabeza, o en el escenario en cualquier evento, o en todos los actos significativos, me decía que "Miguel Ángel debe de ser un hombre importante de Andújar", y en verdad lo era, lo es.

Hay una cosa que le podía a Miguel Ángel, que era verle la cara a la muerte. No quería hacer fotos cuando había muertos, ya fuera un accidente o circunstancias parecidas. Seguramente él había visto muy de cerca a la muerte de pequeño. Su infancia estuvo muy complicada por momentos y varias operaciones salvaron su vida. Quizá aquella vida que le arrebató de la muerte le hizo un regalo esencial. Creo que fue Dominguín, quien por diferentes circunstancias que no vienen al caso, le regaló una camarilla a aquel niño, con la que por casualidad estaba delante de Franco y le hizo unas fotos al entonces "caudillo", aquello le marcó y ya la cámara fotográfica ha sido su fiel compañera.

Miguel Ángel, tengo las palabras ateridas y el alma completamente helada. Un abrazo emocionado a toda tu familia que se tiene que sentir dichosa por ti, y orgullosa. Que tu sencilla nobleza y bondad te lleven a la más alta nomenclatura de la gloria, y a nosotros nos acompañen siempre. Si alguien enarboló con propiedad, la andujanía, ese fuiste tú, amigo, compañero.