Verano y espera
Circula por las redes sociales una imagen dividida en tres viñetas, se ve a un señor y un niño sentados en un banco del parque y en mayúsculas como titular pone: "Ya llegó el verano". Luego el niño con ojos vidriosos vuelve la cara hacia el adulto y le dice: "Vivo en Andújar". Al final se ve el hombre abrazando al niño, consolándolo, comprendiéndolo (se intuye que vislumbrando lo que el pequeño ha descrito en tres palabras).
ALFREDO YBARRA
Miércoles, 11 de mayo 2016, 09:15
Siempre me asombro de que haya gente que se entretenga en hacer este tipo de montajes. Incluso éste es poco, pero los hay complejos, videos, por ejemplo, en los que hay que hacer un intenso trabajo de horas. Y al margen de los que tienen un sentido político, el resto es por la humorada, por dejar un sesgo de ingenio. Y la firma no aparece, su autoría anónima los define. Pasa como con esa gran e inmensa tradición del chiste.
Constantemente me ha ocurrido que al oír un chiste, especialmente un buen chiste, he pensado en la mente que lo ha generado y ha empezado a extenderlo. Son esas páginas trazadas con una tinta que aún siendo indefinida en su continente, se quedan escritas, como en braille, dejando el retruécano y sus representaciones como algo que forma parte de nuestro día a día, de nuestras relaciones.
Pues bien, el triple fotograma del que les hablo, hace en principio referencia a nuestro calor, ese calor que en el corazón del estío se vuelve femenino. Esa calor intensa, pegajosa; y lo peor, que, en muchos días, a esas horas en las que debería remitir y dar un respiro, entonces toma aire y sigue dando la matraca echándonos a terrazas y balcones, a la ducha en la madrugada, al insomnio abanicante, o al acelerado fluir del aire acondicionado. Pero también, queriendo o sin querer, la breve historia gráfica deja un mensaje, que aflige a quien lo contempla.
Expresa que ya es verano, vale, pero detrás de la respuesta puede ir una carga de cierta tristeza al decir el niño que es de Andújar, entonces el hombre no puede sino abrazarlo y confortarlo. Hay una alegoría si pensamos en la realidad local, en algunas situaciones que debieran ser el fuste de la vida ciudadana, y en la vida política que se queda en un zarzal donde se enredan proyectos y semillas.
Sí, ha llegado el verano. Ahora es tiempo de holganza y paréntesis. Pero después del estío ¿qué le espera a Andújar?, ¿solvencia e ideas con mucho peso?, ¿consensos en los grandes proyectos?, ¿sentido común?, ¿altura verdadera de miras?, ¿apostar por la excelencia sin dobleces?, ¿actitud y aptitud en puestos y responsabilidades de todo tipo?. ¿Más de lo mismo?, ¿ombliguismo?, ¿un escaparatismo de mucho fuego artificial y mucho humo para la carrera de las municipales?.
No sé, no afirmo nada, pero Andújar, me dice con cara extraña que la espera no le seduce demasiado.
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