La Pastora
Se celebra la fiesta de pentecostés de la Divina Pastora, advocación que los Capuchinos trajeron a la ciudad de la mano de fray Isidoro de Sevilla y especialmente de fray Diego José de Cádiz, emplazados en lo que fuera aquella ermita lazareto que era portal, principio y fin del núcleo urbano. Luego la desamortización dejó lo que ya era importante iglesia al albur secular de sus nuevos patronos, hasta que los vicencianos padres Paules se hicieron cargo religioso de la misma. Ya bien entrados los años sesenta, con el padre Vita al frente el lugar se convertía en parroquia.
ALFREDO YBARRA
Miércoles, 11 de mayo 2016, 08:14
El de la Pastora o de la Plaza de Toros, como también se le ha llamado, es un barrio singular, diferenciado y al mismo tiempo muy iliturgitano, un barrio de alma siempre encendida, un barrio con orgullo de serlo, que día tras días repasa con la cal de sus amores cívicos su contorno fronterizo y riega con el almíbar del corporativismo su andujanía. Hasta el templo parroquial tiene una fisonomía muy concreta y con esas imágenes de la Oración en el Huerto, de Luis Aldehuela (de la poca escultura que hizo) y la portentosa presencia de la Divina Pastora presidiendo la iglesia, obra de Antonio González Orea, con el que Andújar siempre estará en deuda.
Este barrio que sabe serlo, porque sintiéndose con una identidad propia es savia vivificante de ese árbol tan frondoso que se llama Andújar. Una collación, como dice nuestro buen castellano de esa zona que delimita una parroquia o iglesia, a la que desde la Plaza Vieja llegaba el autobús que tomó el nombre del "total" (total por una peseta). Un barrio que se fue conformando con verdaderos pilares señeros de Andújar, con la parroquia, el arco de Capuchinos en homenaje a Carlos III, la plaza de Toros, el Instituto de Enseñanza Media, la SAFA, las viviendas sindicales, la urbanización de la Corredera de Capuchinos,... y luego ya después una serie de referencias muy sustanciales en Andújar.
Un barrio al que acudíamos a estudiar al Instituto (luego se sumó el Instituto Jándula) y en cuya parroquia se realizaban las inauguraciones del curso, como también algunos años los ejercicios espirituales.. Un barrio singular que dio campo de juego al Iliturgi y pórtico de entrada a las cofradías que llegaban de la zona norte el Viernes de Romería, entre otras tantas iniciativas.
Y una verbena la de la Pastora que fue pionera en este tipo de fiestas, a la que acudía toda la ciudad; será por algo, y que siempre ha tenido un sabor especial. De todos los barrios de Andújar se acudía a la procesión, y a la verbena, era una gran cita, no sólo para tomar caracoles o churros, sino para el sentimiento festivo de la andujanía.
Volvamos hoy la mirada a este barrio, como a los otros en otros momentos y sintamos esos perfiles diferenciales, que forman esa piña llamada Andújar.
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