Éxito de diestros y ganadería en el festival taurino a beneficio de Montilla Bono

7 novillos de Los Rodeos, propiedad del andujareño Antonio Torres Sancho, bien presentados, nobilísimos, de gran juego, ideales para los toreros. Primero, "Chumbero", nº 26, y cuarto, "Chinés", nº 5, premiados con la vuelta al ruedo; todos los demás, aplaudidos en el arrastre.

Juan de Félix: Dos orejas.

Curro Díaz: Dos orejas.

Enrique Martínez "Chapurra": Dos orejas.

David Valiente: Dos orejas y rabo.

Alberto Lamelas: Dos orejas tras aviso.

Francisco Castro: Oreja tras aviso.

Juan Ortega: Dos orejas.

TOREROS, TOROS Y TRIUNFO

Cuando los toros embisten y los toreros son capaces de aprovechar esas embestidas, el triunfo está servido. Todo eso se conjugó el sábado 12 de abril en la plaza de Andújar (por cierto, se cumplían esa tarde 29 años justos de aquella primera corrida que desde nuestra ciudad transmitió TVE con José Fuentes, José Luis Galloso y Roberto Domínguez en el cartel).

Casi tres décadas después la plaza ha cambiado mucho, en casi todo para mejor, aunque en otras haya perdido señas de identidad, como esa delantera de las barreras, con sus números pintados a mano, que la hacía única. Ahora, por cosas del reglamento, ha sido sustituida por otra mucho más segura, pero con bastante menos personalidad.

Su estreno fue en un festival que tuvo muchísimas cosas de interés. Para empezar, el juego de los novillos de Los Rodeos, nobles a más no poder, hasta el punto de que dos fueron premiados con la vuelta al ruedo. Uno de ellos abrió plaza y le correspondió a Juan de Félix, que el próximo septiembre celebrará su vigésimo aniversario de alternativa. Juan, que por trayectoria y años en la profesión es el matador más importante que ha dado Andújar, llevaba dos temporadas y media sin torear en público, y esta vez lo hizo ataviado con un traje de vestir. Cinceló una faena donde de mitad en

adelante surgieron pasajes de muchísimo sabor, sobre todo por el pitón derecho, incluso con momentos en los que llegó a abandonarse completamente.

Y si excelentes fueron varios muletazos de Juan, casi todos los logrados por Curro Díaz son de esos que te ponen los vellos de punta. Torería en estado puro, relajo, despaciosidad, temple... fueron las virtudes de un torero que se encuentra en el mejor momento de su carrera y en el de mayor madurez.

Después le tocó el turno a Chapurra, que llevaba ni se sabe cuántos años reivindicando torear en esta plaza. Tuvo la suerte de cara en forma de novillo con una bondad y nobleza extraordinarias, así que Enrique pudo relajarse y gustarse mucho, sobre todo cuando toreó con la mano diestra.

Más motor tuvo el ejemplar de David Valiente, que lo recibió con una larga afarolada desde el tercio para después dar forma a una faena donde hubo entrega de principio a fin, y que tuvo sus mejores momentos sobre el pitón derecho. Cortó el único rabo de la tarde.

Dos orejas se llevó Alberto Lamelas, que anduvo capaz y variado frente a un utrero que metió la cara con mayor transmisión que los anteriores. Con él, el de Cortijos Nuevos consiguió elevar progresivamente el tono de su actuación, malograda con el descabello.

Después llegó el turno para los dos novilleros del cartel. El local Francisco Castro acusó la inactividad, pero aún así logró varios muletazos de buen tono sobre el pitón derecho en la segunda parte de faena. Y Juan Ortega, muy vinculado a Andújar, donde pasta la ganadería familiar de Hros. de Jacinto Ortega, anduvo variado y torero con el capote, para después, muleta en mano, estar siempre por encima del novillo más deslucido del gran encierro que, para su presentación como ganadero en su tierra, envió Antonio Torres Sancho.

El festival tuvo, además, un aliciente. El 20% de la venta de localidades fue destinado a la Asociación Montilla Bono. Un colectivo que trabaja para mejorar la calidad de vida de las personas con trastornos psicomotores.