Un greco enaltecedor
Hace unos días hablábamos del Greco de Santa María. Todo un blasón de la ciudad. Estamos en un año que podríamos denominar de El Greco, con eventos a nivel internacionales que conmemoran el cuarto centenario de su muerte. Por eso es importante que destaquemos hoy la presencia de este lienzo en Andújar y lo mucho que debiera servir, siempre, pero especialmente en este año para dar un marchamo y acuñar una fisonomía y un esencia ciudadanas que subrayaran uno de los vértices más importantes de la ciudad. Siempre he dicho que la cultura y la educación deben ser la piedra angular de la sociedad.
ALFREDO YBARRA
Miércoles, 11 de mayo 2016, 09:11
Por eso, el lienzo de la Oración en el Huerto es un valor y estímulo ciudadano, por el que en estos días deberíamos estar embriagados. Esta escena de la iglesia de Santa María es la más destacable de El Greco de principios del siglo XVII. Todo parte cuando Antonio Sirviente de Cárdenas, a la sazón antepasado mío por parte de madre, presidente de la chancillería de Granada, formó una colección de unos cuarenta cuadros. Este mecenas donó estos cuadros a su pueblo, concretamente a la Capilla Mayor de la parroquia de Santa María, de la que era patrón. De esta colección formó parte el cuadro de El Greco.
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Seguramente se lo cedió a Sirviente el arzobispo de Toledo Bernardo de Sandoval. En aquella compilación artística, que se ha sabido que fue más amplia y donde se incluyenron numerosos objetos litúrgicos, tallas y otras piezas artísticas, se sabe que había cuadros igualmente de indudable valor. Lástima de una marcada personalidad local que en su lado menos luminoso es dada a velar colectivamente e institucionalmente por lo suyo, por aquellas cosas esenciales, muy significativas en el espíritu de los pueblos.
Con ocho de aquellos lienzos, en el que se incluye el greco, se dispuso el retablo de la iglesia en 1605. Y allí se mantuvieron in situ hasta 1936. Toda la estructuración del retablo fue hecha por el prestigioso Sebastián de Solís, escultor de Jaén. La obra se sabe que fue pintada por El Greco a finales del siglo XVI. En 1936 con diversas vicisitudes por medio a petición de la Dirección General de Bellas Artes, el cuadro se restaura en Madrid (de julio a septiembre de ese año) por Seisdedos, junto al lienzo también iliturgitano de la Inmaculada, obra del Caballero de Arpino. La Guerra Civil coincide con esta estancia del lienzo en Madrid, y éste corre la misma suerte que el resto de los fondos del Prado. Al final de la guerra consta su presencia en Ginebra,
En 1940 se reclama que la obra sea devuelta a la ciudad, lo que finalmente sucede, colocándose en su capilla actual. Un greco extraordinario, con una gran historia. Su luz, la pintada en el lienzo y la de su presencia en Andújar, debiera ser enaltecedora magia para todos.
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