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José Antonio Morilla, director de Procesos de Anestesia y Bloque Quirúrgico: “El dolor debe ser tratado siempre, de forma ordenada y escalonada"

Si mencionamos la palabra algofobia, posiblemente nadie sepa de lo que estamos hablando. Pero si decimos miedo al dolor, la cosa cambia. Porque el dolor es algo conocido y experimentado por todos desde que nacemos, en mayor o menor medida, ya que es una experiencia sensorial en el que están implicados múltiples factores psíquicos y emocionales. Nos acompaña en nuestra vida, pero se convierte en un serio problema cuando éste se vuelve insoportable o continuo. En las últimas décadas, el dolor ha sido motivo de estudio por los profesionales de la medicina, desarrollándose para controlarlo y reducirlo múltiples formas. El Hospital Alto Guadalquivir posee una Unidad del Dolor desde 2009. El Dr. Morilla Ortiz de Galisteo dirige esta Unidad.

IDEAL Andújar

Miércoles, 11 de mayo 2016, 07:48

P.- ¿Qué se considera dolor?

R.- El dolor es una experiencia sensorial y emocional, desagradable por regla general, asociada al daño real o potencial de un tejido, o simplemente una sensación desagradable de algo que nos hace daño. Este sentimiento subjetivo lo aprendemos a través de nuestras experiencias desde que somos pequeños. Puede aparecer en cualquier ser vivo que tenga un sistema nervioso central. Es la algología la ciencia que estudia el dolor.

P.- Al ser una experiencia subjetiva ¿cómo se llega a determinar o a medir?

R.- El médico sólo puede saber que un paciente tiene dolor si este se lo dice. Nadie mejor que el propio enfermo sabe si le duele y cuánto le duele, porque no hay signos objetivos que nos puedan medir la intensidad. En contra de lo que se piensa, signos como el aumento de la frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, tensión arterial, cambios en la expresión facial no guardan relación proporcional con la magnitud del dolor, ya que intervienen otros muchos factores en la expresión del dolor como la personalidad, la cultura, el sexo, la educación.

Ante tantos inconvenientes, la valoración del dolor debe ser individualizada y lo más correcta posible, comenzando por un interrogatorio y exploración para ver la localización, el modo en que aparece, cómo se comporta en el tiempo, las características del dolor, las repercusiones en la vida laboral y familiar, las repercusiones psicológicas y los resultados obtenidos con los tratamientos utilizados.

En su valoración se utilizan una serie de escalas de medida que en su mayoría son subjetivas y dentro de las cuales diferenciamos entre las que llamamos unidimensionales y multidimensionales. Las primeras, las unidimensionales, son escalas numéricas que valoran el dolor entre el 0 y el 10, siendo el 0 el "no dolor" y el 10 el "máximo de dolor imaginable". En cuanto a las multidimensionales, encontramos el cuestionario de McGill, donde se presenta al paciente una serie de palabras agrupadas que describen las dimensiones que integran la experiencia dolorosa, "sensorial", "emocional" y "evolutiva". Cada una de estas dimensiones tiene asociado un número, obteniendo una puntuación que refleja el modo en que el paciente califica su propio dolor.

P.- ¿Tiene esto que ver entonces con el llamado umbral del dolor, y que en cada persona éste varíe?

R.- El umbral del dolor es la intensidad mínima de un estímulo que despierta la sensación de dolor. Ante un mismo daño, unas personas sufren más (umbral del dolor bajo) y otras menos (umbral del dolor alto). En la variabilidad del umbral del dolor interviene la genética, raza, cultura, sexo, etc. Existen factores que modifican el umbral del dolor. Lo aumentan el sueño, el reposo, la diversión o la reducción de la ansiedad, y lo disminuyen la soledad, el alta hospitalaria, el insomnio, la noche, la depresión...

P.- ¿Cuándo una persona tiene que empezar a ser tratada?

R.- El dolor debe ser tratado siempre, aunque de forma ordenada y escalonada. Todos nos tratamos un dolor leve en casa, como un dolor de cabeza, un lumbago, un dolor de muelas. Cuando el dolor comienza a ser más serio, es decir, no remite con los analgésicos normales de los que disponemos, persiste en el tiempo y nos dificulta la actividad diaria normal, hay que acudir a nuestro médico de cabecera para tratar de encontrar la causa o causas posibles y tratarlas. Nuestros médicos de Atención Primaria cada vez están más interesados en el estudio del dolor, lo que implica un mayor conocimiento del problema, y un primer paso muy efectivo para tratar la gran mayoría de síndromes dolorosos.

Si a pesar de todo, el paciente no mejora, hay que plantearse que estamos ante un síndrome doloroso complejo, y es el momento, pasados tres meses sin resultados satisfactorios (hablamos de dolor crónico) de enviar al paciente a la Unidad del Dolor, que es atendida por médicos anestesiólogos especializados en dolor y que disponen de un abanico más amplio de diagnóstico y tratamiento para abordarlo.

P.- ¿En qué consiste la Unidad de Dolor que posee el Hospital Alto Guadalquivir?

R.- Nuestra Unidad del Dolor está formada por tres facultativos especialistas en Anestesia, Reanimación y Terapia del Dolor. Uno se ocupa del dolor agudo intrahospitalario, con protocolos de tratamiento, en su mayoría administrados por vía intravenosa y epidural, y que se centra en un alto porcentaje en pacientes postoperados recientes y pacientes oncológicos ingresados. Los otros dos, se ocupan del dolor crónico, para lo cual contamos con una consulta de Dolor, una consulta de Enfermería y un quirófano para realizar técnicas invasivas, guiadas por radioscopia y ecografía.

P.- ¿Qué recursos tienen puestos a disposición de los pacientes de Andújar y su comarca?

R.- El acceso a la Consulta de Dolor se realiza fundamentalmente por derivación de otras especialidades médicas del hospital, aunque también atendemos pacientes que son derivados directamente desde Atención Primaria y desde especialidades como Reumatología y Oncología procedentes de nuestro hospital de referencia.

Los pacientes son valorados, diagnosticados y tratados en la Consulta de Dolor, donde se les da un calendario de revisiones para seguir su evolución, teniendo la posibilidad de contactar telefónicamente con la auxiliar de la consulta en horario de mañana, la cual se pone en contacto con el médico responsable para solventar cualquier problema o duda de inmediato.

P.- ¿Qué pacientes con Síndromes dolorosos son tratados en esta Unidad?

R.- Aunque existe una gran diversidad en relación a las patologías que se atienden en la consulta, la mayor parte de los pacientes proceden de la consulta de Traumatología, siendo el dolor crónico del raquis y la poliartrosis las algias ?o lo que es lo mismo, el dolor circunscrito a una zona del cuerpo- más atendidas.

A estas le siguen, pero a mucha distancia, la fibromialgia, dolores neuropáticos como la neuralgia postherpética, neuralgia del trigémino, neuropatía diabética y dolor oncológico.

P.- En cuanto a los tratamientos, ¿cuáles son los más habituales y en que consisten?

R.- El tratamiento más habitual es el farmacológico, usando distintos grupos de fármacos como los AINES (antiinflamatorios no esteroideos), analgésicos menores, opiaceos (morfina y derivados) y una serie de fármacos coadyuvantes que potencian y complementan a los anteriores, como son antidepresivos, anticonvulsivantes, corticoides etc. Aparte del tratamiento farmacológico, se realizan técnicas como el TENS (estimulación transcutánea) que es una técnica no invasiva consistente en aplicar a través de unos electrodos adheridos a la piel, una corriente eléctrica que interfiere con la conducción del estimulo doloroso en una zona determinada.

Como técnicas invasivas, las infiltraciones de puntos gatillo (que son puntos dolorosos musculares), infiltraciones epidurales, fascetarias y bloqueos nerviosos periféricos. Para este tipo de técnicas invasivas se usan como medicamentos anestésicos locales y corticoides en su mayoría, disponiendo para realizar estas técnicas de radioscopia y ecografía.

La ecografía aplicada al dolor ha sido un paso importantísimo, pues nos ha permitido identificar nervios minúsculos, con imágenes dinámicas, lo que implica que sabemos dónde infiltramos. El resultado es más efectivo y las dosis administradas son mucho menores.

P.- ¿Puede estar relacionado con la genética? ¿Hay familias más propensas al dolor?

R.- La existencia de diferencias individuales a la respuesta del estímulo doloroso es una observación bien conocida que sugiere qué factores genéticos pueden estar implicados en la modulación de la respuesta a estímulos dolorosos. Los estudios disponibles por el momento son escasos y se han centrado principalmente en los pacientes con migraña, donde sí se ha demostrado una clara agregación familiar.

En otras patologías, como la artrosis, que cursa con dolor que puede llegar a ser incapacitante, también se han visto implicados factores hereditarios.

P.- ¿Pueden la alimentación o ciertos complementos minerales, vitaminas, etc. ayudar a aliviar el dolor?

R.- Si bien no hay estudios concluyentes sobre la implicación de factores dietéticos en la transmisión del dolor, sí se ha visto una clara influencia de la dieta sobre determinados síndromes que cursan con dolor crónico. Por citar algunos ejemplos:

- El sobrepeso, el sedentarismo y el tabaquismo aumentan el riesgo en los adultos jóvenes de sufrir cefaleas crónicas.

- El mayor consumo de frutas y verduras reduce el riesgo de cáncer en determinadas localizaciones como cavidad oral, faringe, laringe, pulmón, esófago y estómago.

-Un mayor consumo de frutas y verduras se relaciona con menor riesgo de diabetes mellitus tipo 2.

-Una ingesta adecuada de lácteos protege contra la osteoporosis, enfermedad que cursa con dolores crónicos.

Termino haciendo hincapié en algo tan importante como el estado de ánimo, porque el dolor crónico va invadiendo el estado de animo del paciente, y si no hacemos nada nos ira dejando cada vez más incapacitados, iremos perdiendo nuestras costumbres familiares y sociales, y eso no lo puede permitir ni el paciente ni los familiares que lo rodean. Hay que forzar la máquina, hay que obligarse a hacer vida social, porque el entretenimiento nos hace olvidar durante periodos de tiempo nuestra dolencia, y como mejor ejemplo, los viajes de IMSERSO, de gente con dolores importantes, que durante esos días andan, bailan, y en esos momentos ni se acuerdan del dolor.

 

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