Bartolomé Herrera

Nunca me cansaré de pregonar la excepcionalidad y grandeza de la cerámica tradicional iliturgitana. De vez en cuando hago lo que puedo en este sentido y lo escribo, que es lo que medianamente sé. Hoy vuelvo e ponerlo en negro sobre blanco a raíz de un encuentro mantenido con unos amigos que saben mucho más que yo de arte y de artesanía. Nos hemos encontrado a raíz de un proyecto sobre cerámica andaluza y donde se estudia la figura del iliturgitano Bartolomé Herrera, uno de esos artistas que marcaron impronta en gran parte de nuestro pasado siglo, sobrepasando su prestigio más allá de las fronteras locales y ser muy apreciado y respetado en los círculos especialistas en cerámica.

ALFREDO YBARRA

Miércoles, 11 de mayo 2016, 06:31

Muchas veces lo he comentado con su nieta Antonia, que lleva en las entretelas de su ser el venero artístico de su abuelo, su andujanía y su incontable devoción por la Morenita. Bartolomé Herrera es una de esos personajes distintivos y distinguidos que en otro lugar estaría en el Olimpo de las personalidades, escrito su nombre con letras de oro y subrayado de vez en cuando para referenciar y ser ejemplo para las nuevas generaciones ciudadanas. Pero en Andújar somos muy especiales a la hora de reconocer méritos y la veleta de nuestro tejado no siempre gira a compás del prestigio, y se mueve mucho con vientos del soslayo. Nació en Andújar el 15 de septiembre de 1890.

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Pintor y artista vinculado especialmente a la decoración cerámica. Trabajó como decorador esporádico (las mujeres eran entonces las encargadas de decorar las piezas, pero para piezas especiales se llamaba a Bartolomé Herrera dadas sus dotes magistrales) para las distintas alfarerías locales. Cabe mencionar su labor continua en la fábrica de cerámica Iliturgi y tras su cierre siguió realizando trabajos en su propia casa, siendo un gran especialista en la pintura de grandes murales y retablos cerámicos que se conservan no sólo en diferentes partes de España, sino en varios países de Europa. Recuerdo siempre la fascinación que me ha causado ese mural cerámico que representa el Cristo de Velázquez, situado en una caseta eléctrica entre Villanueva de la Reina y Espeluy, realizado por Bartolomé Herrera. ¿Y qué decir de todos esos azulejos cerámicos que representan a la Virgen de la Cabeza? Simplemente sublimes e irrepetibles.

Hace que los detalles se vuelvan símbolos y que éstos se vuelvan polisémicos. Además, Bartolomé Herrera tenía esa gran virtud, que en Andújar se vuelve hándicap, ser sencillo y humilde; le costaba hasta firmar sus trabajos, lo que no gustaba a sus admiradores que venían a adquirir sus trabajos y querían que les firmara y vendiera hasta los bocetos en papel o cartón. Para quienes saben de esto es un maestro. Falleció el 6 de marzo de 1982.

 

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