Andrés Borrego, primer diácono permanente: "practicaré la caridad, porque una de mis grandes vocaciones es servir a quien lo necesita"

Andrés Borrego Toledano es desde el pasado jueves el primer diácono permanente de la Diócesis de Jaén. Su obispo, Ramón del Hoyo, lo admitió como primer candidato el pasado día 3 de noviembre. La iglesia jienense recupera la tradición más genuina y venerable de este Orden Sagrado. Un Decreto firmado por el propio obispo en el año 2010 permitía la instauración de la figura de diácono permanente en la provincia. Andrés Borrego Toledano posee las carreras de Filosofía y Letras, Ingeniería Técnica Industrial y Teología que, aunque no la llegó a terminar en el Seminario, después la prosiguió en la Universidad de Comillas, en Madrid. Es catequista, profesor de Religión en el IES Nuestra Señora de la Cabeza y presidente de Cáritas Interparroquial de Andújar. 

JOSÉ C. GONZÁLEZ

Miércoles, 11 de mayo 2016, 06:18

P.- ¿Qué sensaciones ha experimentado con el nombramiento de diácono permanente?

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R.- De satisfacción, emoción y responsabilidad, sobre todo porque ahora tendré que cumplir con esa gente que ha apostado tanto por mí. Y ante todo estoy agradecido a Dios, a la Iglesia, a mi parroquia, a mis amigos y especialmente a mi familia, y especialmente a mi mujer e hijas, por su comprensión y entrega.

P.- Usted estuvo a punto de ser sacerdote, ¿Por qué dejó el Seminario y cumple ya con una de sus grandes vocaciones?

R.- Mi gran vocación ha sido siempre la caridad y ayudar a los más débiles, o sea, la de seguir los designios del Evangelio. De ahí que mi gran deseo fue el de ser misionero. Dejé el Seminario en el año 1985, porque te preparaban para servir a la Diócesis, como tiene que ser. Luego conocí a quien es ahora mi mujer, María José. No obstante seguí estudiando Teología en Comillas (Madrid), he estado siempre muy vinculado a la caridad, a la Iglesia y a la construcción de un mundo más justo. Además estas son las pautas que rigen la trayectoria de un diácono. Por eso agradezco a la Iglesia, por ser en mi vida auténtica mediación de cuantas gracias al cielo ha querido proveer para animarme a colaborar con el reino de Jesucristo. Todo el mundo sabe que debido a mi carrera de Ingeniería Industrial llevé, junto a mi esposa, un concesionario en Andújar pero siempre he estado muy vinculado con la Iglesia.

P.- En la diócesis de Jaén, hay otros cuatro candidatos al diaconado, ¿Por qué usted ha sido el elegido?

R.- Porque reunía todas las condiciones. Sólo yo tenía completados los estudios de Teología, por poseer los ministerios, la edad exigida y por mi trayectoria muy unida a la caridad, una de las máximas para ser diácono. Cuando en un principio me lo propusieron no le di mucha importancia, pero desde que percibí el cariño y la fidelidad de la gente que me ha apoyado, no me lo pensé. Y una de las cosas más importantes ha sido el apoyo de mi familia, que era una de las condiciones indispensables para que me nombraran diácono.

P.- ¿Qué diferencia a un diácono de un sacerdote, o sea, que funciones podrá hacer y cuales no?

R.- Para que se me entienda, podré bautizar, casar, presidir un entierro y oficiar toda la palabra de la Misa. No realizaré la consagración en la Eucaristía, ni confesaré, ni haré la unción a los enfermos. Eso sí, podré administrar la comunión y repartir el cuerpo que está en la sacristía. Y lo más importante, practicaré la caridad, porque una de mis grandes vocaciones ha sido la de servir a quienes lo necesitan.

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