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JOSÉ C. GONZÁLEZ
Miércoles, 11 de mayo 2016, 06:18
P.- ¿Qué sensaciones ha experimentado con el nombramiento de diácono permanente?
R.- De satisfacción, emoción y responsabilidad, sobre todo porque ahora tendré que cumplir con esa gente que ha apostado tanto por mí. Y ante todo estoy agradecido a Dios, a la Iglesia, a mi parroquia, a mis amigos y especialmente a mi familia, y especialmente a mi mujer e hijas, por su comprensión y entrega.
P.- Usted estuvo a punto de ser sacerdote, ¿Por qué dejó el Seminario y cumple ya con una de sus grandes vocaciones?
R.- Mi gran vocación ha sido siempre la caridad y ayudar a los más débiles, o sea, la de seguir los designios del Evangelio. De ahí que mi gran deseo fue el de ser misionero. Dejé el Seminario en el año 1985, porque te preparaban para servir a la Diócesis, como tiene que ser. Luego conocí a quien es ahora mi mujer, María José. No obstante seguí estudiando Teología en Comillas (Madrid), he estado siempre muy vinculado a la caridad, a la Iglesia y a la construcción de un mundo más justo. Además estas son las pautas que rigen la trayectoria de un diácono. Por eso agradezco a la Iglesia, por ser en mi vida auténtica mediación de cuantas gracias al cielo ha querido proveer para animarme a colaborar con el reino de Jesucristo. Todo el mundo sabe que debido a mi carrera de Ingeniería Industrial llevé, junto a mi esposa, un concesionario en Andújar pero siempre he estado muy vinculado con la Iglesia.
P.- En la diócesis de Jaén, hay otros cuatro candidatos al diaconado, ¿Por qué usted ha sido el elegido?
R.- Porque reunía todas las condiciones. Sólo yo tenía completados los estudios de Teología, por poseer los ministerios, la edad exigida y por mi trayectoria muy unida a la caridad, una de las máximas para ser diácono. Cuando en un principio me lo propusieron no le di mucha importancia, pero desde que percibí el cariño y la fidelidad de la gente que me ha apoyado, no me lo pensé. Y una de las cosas más importantes ha sido el apoyo de mi familia, que era una de las condiciones indispensables para que me nombraran diácono.
P.- ¿Qué diferencia a un diácono de un sacerdote, o sea, que funciones podrá hacer y cuales no?
R.- Para que se me entienda, podré bautizar, casar, presidir un entierro y oficiar toda la palabra de la Misa. No realizaré la consagración en la Eucaristía, ni confesaré, ni haré la unción a los enfermos. Eso sí, podré administrar la comunión y repartir el cuerpo que está en la sacristía. Y lo más importante, practicaré la caridad, porque una de mis grandes vocaciones ha sido la de servir a quienes lo necesitan.
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