ISABEL RECA
Miércoles, 11 de mayo 2016, 06:40
Ante el nuevo escenario, la reflexión es doble. Primero, en sus orígenes, el nombre lo atestigua "Sanitaria", estaba destinada a la beneficencia médica. Luego, con el tiempo, cubierta por el Estado esta necesidad, se pasó a dar las ayudas a entidades benéficas o de caridad, con cantidades semejantes o menos de las que en esta ocasión se han repartido a cada una de ellas. Lo que venía a demostrar que beneficios y necesidades eran menores.
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La otra reflexión es, cómo es posible que en un Estado de Bienestar en el que se dice vivir, hayan tenido que proliferar tantas y tantas asociaciones para cubrir tantas y tantas necesidades, de toda índole, porque ese Estado o esa Comunidad Autónoma no llegan. Lo que hace pensar que o ese estado de bienestar no es de tan bienestar o es que las necesidades del siglo XXI resultan que son más que las del pasado siglo. O dicho de otra manera, que para alcanzar el auténtico estado o sociedad del bienestar, tienen que existir personal voluntariado que con su trabajo desinteresado, callado, sin nada a cambio, cubran, mediante proyectos, que buscan ayudas por doquier, para que nadie se quede en el camino. Basta un ejemplo: En tiempos de igualdad y paridad hombre mujer, ha nacido en Andújar, una asociación de mujeres sordas, ADAMUS, para ser atendidas en sus derechos.
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