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ALFREDO YBARRA
Miércoles, 11 de mayo 2016, 06:30
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Procuro en estos días refugiarme en un contexto de la Andújar con noble laurel que me aliente hacia el horizonte local de prestancia incontestable. Así, hace unos días defendía en un foro cercano la incontestable grandeza de la artesanía local y cómo pudo enfocarse hacia derroteros de vanguardia con aquel "Barrero" de la empresa alfarera y cerámica "Iliturgi", que fue una idea visionaria de lo que hoy se está haciendo por ejemplo en Talavera de la Reina o Manises,
que es llevar la impronta artesana a un concepto actual y más productivo en diversos campos de la decoración, la arquitectura y aplicaciones industriales; pero sin perder su traza de arte.En aquellos años cincuenta del pasado siglo abrió la cerámica de Andújar a países como Alemania, Francia, Italia, Holanda y un largo etcétera.
Quiero recordar que a la cabeza de aquella empresa estuvieron José Tordera Medina y Antonio Miñón Pérez de Vargas. Por cierto, a éste último nuestra ciudad debería dedicarle algún tipo de atención, estudio y homenaje, porque fue un adelantado, un romántico en años duros, que ideó para la ciudad iliturgitana proyectos muy importantes, encontrándose la tozudez y simpleza de ciertas clases dominantes locales.
En la misma línea que la cerámica del Barrero, aunque menos artesana, pero con el mismo espíritu, en los posteriores años setenta, y directamente heredera que aquella, surgió la Azulejera del Sur de España, Asesa, con aportaciones significativas en su campo y una introducción muy importante en el mercado. Pero igualmente quedó varada en 1986, por intereses cicateros.
Y un poco en este camino, quiero acentuar, hoy, el trabajo de Manuel Navas Serrano y su hermano José (su padre, y el propio Manuel trabajaron en Asesa), propietarios de uno de los últimos talleres de alfarería y cerámica en Andújar. Los aprecio y admiro por su labor y empeños, laborales, creativos y en esa otra faceta social y humanitaria que dispensan derrochando bonhomía.
Herederos de esa idea visionaria que ha movido siempre a una pléyade de iliturgitanos elegidos, buscan investigar con nuevos materiales y aplicaciones. A nivel profesional, la exclusividad los define, como la alta calidad de su trabajo, ya sea en alfarería tradicional, mobiliario urbano, paneles de azulejo, retablos y murales, y en una estrecha colaboración con arquitectos y artistas. Y mientras, los adalides de la calle confunden las churras con las merinas, la notoriedad con el prestigio.
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