Una mutua relación (II)
OPINIÓN ·
«Una relación que ante todo a fuerza de siglos abriendo veneros se ha hecho pulsión de una idiosincrasia»OPINIÓN ·
«Una relación que ante todo a fuerza de siglos abriendo veneros se ha hecho pulsión de una idiosincrasia»ALFREDO YBARRA
ZAGUÁN
Sábado, 3 de febrero 2024, 23:19
Sin obviar la ascendencia de Jaén sobre Andújar y su mutua convergencia, los vínculos que unen Córdoba y Andújar, como decíamos en el anterior «zaguán», son muy explícitos a lo largo de la historia. Siguiendo con algunos ejemplos de ellos, hay en la literatura diferentes apuntes que lo reflejan. Pio Baroja sitúa su novela «La feria de los discretos» (1905), en la ciudad de Córdoba en vísperas de la Revolución de 1868. Y en ella encontramos la Corredera, enclave que el escritor donostiarra describe con todo lujo de detalles, ofreciendo un magnífico retrato de esta plaza: « [...] No había dejado de los arcos rinconadas sin puesto ni columna sin tenderete al pie. En el fondo de los porches aparecían los portales de las posadas, con sus patios clásicos y sus nombres castizos como la posada de la Puya del Toro... Las aceras estaban ocupadas; un vendedor de Andújar se paseaba delante de sus fuentes y platos, tinajones y botijos verdes, puestos en cuadro en el suelo».
Publicidad
La cosmopolita Córdoba, faro de historia, de culturas y de caminos, era una inmejorable lonja para las manufacturas andujareñas. En el Museo Julio Romero de Torres, se exhibe el lienzo «La Niña de la jarra», que se enmarca dentro del grupo Chiquitas del gran pintor cordobés. En este cuadro María Teresa López, posa sosteniendo una jarra de cerámica (que el mismo Romero de Torres señala como de Andújar) entre sus manos. Una vez más se contempla la belleza de la mujer cordobesa junto a la belleza de la cerámica popular. Romero de Torres consigue a través del color dar las calidades exactas, por lo que confiere al retrato un realismo que sobrecoge. Aquí sólo podemos dar alguna pincelada de entre una gran miscelánea que a nivel de aconteceres históricos sociales y políticos corroboran esta relación. Una relación que ante todo a fuerza de siglos abriendo veneros se ha hecho pulsión de una idiosincrasia.
Si el Guadalquivir y la Autovía del Sur, antigua Carretera (y antes Camino) de Andalucía, han mantenido desde siempre muy viva la relación entre ambas poblaciones, el ferrocarril no ha sido menos. Llega el ferrocarril a Andújar en los años 1862-66 cuando la compañía MZA (Madrid Zaragoza Alicante) de ferrocarriles, construye el tramo de Manzanares (Ciudad Real) a Córdoba. Del tramo Manzanares-Andújar, el desfiladero de Despeñaperros fue el más costoso y que más trabajo dio, dándose su concesión el 8 de septiembre de 1860. El 15 de septiembre de 1866, la línea férrea por Andújar era una realidad. En el periódico La Época con fecha de 30 de septiembre de 1862, podemos leer: «…en el día 26 del actual tuvo lugar la inauguración de los trabajos para la estación de Andújar en la línea férrea de Manzanares a Córdoba… en veinte lujosos carruajes se trasladó el ayuntamiento con los senadores, diputados provinciales, funcionarios públicos de todas clases, gentiles-hombres, títulos de Castilla, maestrantes, jefes y oficiales de la guarnición y un inmenso gentío, y precedidos de dos excelentes músicas llegaron al sitio designado por el ingeniero, unos dos kilómetros de la ciudad en la margen izquierda del Guadalquivir…El ayuntamiento ratifica el acuerdo de edificar la estación en un pleno extraordinario el 21 de septiembre. El ingeniero jefe de la sección del ferrocarril era Mr. Fragneau.» Ya hablamos de esa Andújar ibero-romana unida al Guadalquivir, río que entra en la historia al menos 1.000 años antes de Cristo, por lo que, «desde el punto de vista cultural, quizá sea el río más antiguo de Europa« como dice Eslava Galán. Un río que ha sido siempre una viva eufonía, un corazón adicional para Andújar, una palpitante artería que ha hecho de la ciudad un ara sonante y plural de vivencias y culturas. Un Guadalquivir al que el sueño reformador de Olavide quiso hacer navegable logrando que en 1777 el Consejo de Castilla se interesara en un plan para conseguirlo, primero hasta Córdoba y luego hasta Andújar, conociéndose que el superintendente había logrado enviar barcazas de trigo desde Córdoba a Sevilla.
En la sierra de Andújar, 150 años después se construiría la presa del Jándula, una obra de ingeniería de extraordinario valor. Su función era el riego y la energía hidroeléctrica. Pero había otro uso especial, que era servir de reserva de agua para la canalización del Guadalquivir. El ingeniero Carlos Mendoza proyectó convertir en navegable el río construyendo para ello diversas esclusas en el río. De este modo un barco fluvial podría ir desde Sevilla hasta Córdoba. Hubo multitud de problemas y las mejoras de las comunicaciones por carretera y ferrocarril frustraron aquella canalización (que Franco no desechó hasta 1970), pero no el embalse. cuya construcción se inició en 1927, comenzando a prestar servicio en 1930 y concluyéndose oficialmente al año siguiente. Hoy Andújar quiere vivir su modernidad y se afana en crecer en el lado opuesto al río y a su Puente Romano. Mientras, el vuelo fértil de la ciudad abierta, polícroma y mundana se difumina entre los celajes del crepúsculo.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.