Jesús aceptó paciente y resignado su tormento por el el 'pretorio' iliturgitano de Santa María

Y una vez que Jesús recondujo su labor divina y acató sumiso el escarnio que sabía iba a padecer, para después alcanzar la gloria, aceptó aquiescente y asintió las burlas, los azotes, los latigazos y los golpes por Santa María y el casco antiguo de la ciudad. Este momento lo simboliza el paso de Nuestro Padre Jesús de la Paciencia, imagen tallada en 1940 por el imaginero Amadeo Ruiz Olmos.

Representa a un Ecce Homo sentado sobre un sitial del Pretorio, una vez terminado el suplicio de la flagelación y coronado de espinas. Muestra a un hombre joven, barbado y con cabello natural con los ojos abiertos y en actitud suplicante elevada al cielo, transido de resignación.

El Señor de la Paciencia llevó ayer las ocho tulipas restauradas y procesionó con las renovadas varas de las bacalás y los estandartes, a los que les ha dado esplendor el gran orfebre iliturgitano José Ángel Capilla. Detrás, y no perdiendo de vista a ese mancillado Jesús, transitó Nuestra Señora del Rosario, que en medio de tanta afrenta, mostró una excepcional y juvenil belleza y una templada mirada que cinceló el genial imaginero sevillano del siglo XX, Antonio Castillo Lastrucci. Un año más las camareras y vestidoras enseñaron con ternura y delicadeza a una 'dolorosa' que desgranó rosarios y perfumó con su rosa de pasión y dulzura tanto escarnio y oprobio en la cruenta noche.

Hecho histórico

El Miércoles Santo dejó ayer un hecho inusual, porque la comitiva de la Paciencia entró antes en la Tribuna Oficial antes que la Oración en el Huerto.

La Agrupación Musical La Unión de Montilla, y la banda de música de El Carpio estuvieron presentes en un cortejo, que sobrecogió en la penumbra por Postigos y Alférez Moreno, saludó a los mayores yen la residencia San Juan de Dios y se reencontró con su origen Carmelita en la calle Carmen, antes de atravesar las puertas del templo de Santa María, una vez rebasada la medianoche.

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