La fértil vega andujareña languidece y pierde fuelle
Frutales. ·
La pérdida de las huertas frenan la producción de los arraigados frutales, pese a que aún quedan vestigiosJOSÉ CARLOS GONZÁLEZ
CORRESPONSAL
Viernes, 4 de julio 2025, 12:37
La fértil y productiva vega andujareña, bañada por el histórico y señero río Guadalquivir, propicia la proliferación y abundancia de cultivos y frutales como la ciruela, las brevas, la berenjena, la sandía, o el melocotón, entre otros. Estos productos se pueden apreciar y adquirir en distintos establecimientos tradicionales y en la plaza de abastos, que intensifican la relación de la clientela con los productos del terruño, que puede preciar su calidad.
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Pero por otra parte, la falta de relevo generacional, las escasas rentas que deja el campo y la asignatura pendiente en la ciudad de la falta de comercialización y creación de industrias manufactureras, amenazan con mermar la productividad de los frutales, que tanto arraigo y predicamento tuvieron en su día.
Loli es una conocida y veterana frutera del mercado de abastos andujareño, que en estos días expone los melocotones de la zona de La Ropera, las ciruelas de La Isla, Los Villares de Andújar y Llanos del Sotillo. Respecto al tema de los ciruelos, apunta que se han arrancado un 90%, «me cuentan que no les pagaban a los agricultores de la zona y tuvieron que dejarlos», señala.
Las berenjenas
Loli vende también ahora el producto estrella de la huerta iliturgitana, la berenjena, «sobre todo las en vinagre que es muy característica de aquí», indica con orgullo. También son tipicos los pepinos de La Isla. «A mi me las trae un particular que lleva los productos a una cooperativa de Marmolejos». Rememora con un halo de nostalgia, como antes existían muchas más huertas en el municipio, «se notaba mucho más bullicio en la plaza y ahora ya no se venden los cultivos como antes, por lo que los productores prefieren llevárselos al almacén», concreta esta vendedora de la plaza de abastos andujareña.
El secretario local de la UPA, Juan Santamaría -un consumado y experto hortelano-, subraya que una de las causas de la merma de la producción de frutales en el municipio es la exigua y poca renta que ha venido dejando la producción, «los marchantes que venían de la zona del Levante y de Murcia se llevaban los productos y no los pagaban». Este hecho desembocó en la desaparición de una antigua cooperativa de frutales.
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Santamaría añade que una entorno en su día productivo como La Isla, está disminuyendo el número de huertas,«se ha quedado ya para sembrar la hierba para lo caballos», acota. También reconoce que la producción ya no es rentable como hace décadas, «las grandes superficies nos hicieron mucho daño y ahora apenas quedan hortelanos, porque en La Isla solo queda uno», sentencia Juan.
Atrás quedó la época de esplendor de la zona de La Isla, abundante, en su tiempo en productos de la huerta y en frutales, que abastecían a la ciudad y a los pueblos de la comarca, gracias a la febril actividad en la siembra que le procuraban los labriegos de este entorno del municipio. Los embates del clima y la falta de relevo generacional en las tareas de siembra y cultivo han reducido el entorno a siembras muy puntuales.
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