
Ejemplar altura política
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«Pedro Antonio de Acuña fue defensor de la política desamortizadora para favorecer la división y el aumento de la propiedad»ALFREDO YBARRA
ANDÚJAR
Domingo, 12 de enero 2025, 18:25
Comienza un nuevo año para Andújar y uno especula sobre si la ciudad va a tomar caminos de verdadera amplitud, y entusiasmo con referentes que la pusieran en alguna liga mayor, o se resigna al suma y sigue en el que transita durante años. Andújar tiene mimbres y una médula histórica que debieran servir para dar ese salto cualitativo que tanto necesita.
Y digo esto, primero porque 2025 se despliega con sus páginas en blanco para escribirlo con otros afanes y aspiraciones, en una dimensión diferente, pura utopía en estos pagos. Y segundo, porque un buen amigo me llama, como hace con relativa frecuencia, para hablar de personajes y hechos de Andújar que han quedado diluidos, desdibujados, o directamente arrinconados por la historia y sus hacedores y poco sirven de ejemplo o acicate para que nuestro pueblo desarrolle un rico y fuerte relato. Entre otras cosas hablamos de un personaje que me toca directamente al ser antepasado familiar. Me refiero a Pedro Antonio de Acuña y Quadros, un político que tuvo gran trascendencia nacional en los convulsos vaivenes del siglo XIX.
Nacido en Baeza el 13 de marzo de 1786, realiza allí sus estudios primarios en los Escolapios, la secundaria en Archidona y posteriormente ingresa en la Universidad de Baeza. En Arjona contrajo matrimonio en abril de 1806 con Francisca de Paula Colmaestra y Navarro. Pronto traslada su residencia familiar a Andújar, donde en 1810 nace su único hijo, Luis, que llegó a ser alcalde de la ciudad en 1840.
Vinculado al liberalismo de corte moderado, su actividad política se desplegó durante la década de las regencias de María Cristina y Baldomero Espartero. Dedicado a la administración de su hacienda, estaba adscrito a la Milicia Nacional en Andújar. Comienza su vida política al ser nombrado procurador del Reino por la circunscripción de Jaén en 1834. Muy importante fue su papel en la constitución en Andújar de la Junta Suprema de las Andalucías el 2 de septiembre de 1835. En dicha junta representó a la provincia de Jaén, junto a Juan de Quesada y Vial, Conde de Donadío. Esta Junta, que de alguna manera se argumentó sobre un andalucismo histórico ayudó de un modo determinante a mediados de septiembre de 1835 a aupar al poder al líder progresista Juan Álvarez Mendizábal.
La Junta Suprema prolongó su existencia durante un mes más, hasta que finalmente se alcanzó un acuerdo, en el que Pedro Antonio de Acuña intervino como representante de una de las partes. Fue defensor de la política desamortizadora para favorecer la división y el aumento de la propiedad. Alcanzó por su personalidad y representatividad tal ascendencia que muy pronto se vería recompensada con un espaldarazo en los más altos órganos de la nación.
Acuña será reelegido en las elecciones de 1836 como procurador del Reino y, de nuevo consiguió su acta, en octubre de ese mismo año, tras el motín de los sargentos de La Granja. Forma parte de la comisión encargada de redactar la nueva Constitución, jurada el 18 de junio de 1837, de la que será uno de los diputados firmates. En esta época revuelta, donde las oscilaciones miden los iempos fue elegido presidente del Congreso del 1 al 30 de abril de 1837. Entre julio y agosto de ese año fue nombrado ministro de la Gobernación y bajo su mandato se promulgó la Ley Electoral Censitaria.
Fue elegido Vicepresidente del Congreso, presidiendo la Cámara Miguel Antonio de Zumalacárregui. Diputado suplente en las elecciones celebradas conforme a las nuevas disposiciones en 1837 y 1839, legislaturas en las que ocupó plaza de senador por Jaén, en marzo de 1841 renunció al escaño en el Senado para retornar al Congreso como diputado titular, sustituyendo a Agustín Argüelles, que había sido nombrado tutor de la reina, como presidente de la cámara en los últimos días de 1841. En 1843 revalidó por última vez el escaño de senador por Jaén, pasando a ocupar la segunda vicepresidencia. El reinado efectivo de Isabel II, de férrea afirmación de los moderados, alejó definitivamente a Pedro Antonio Acuña de la esfera política nacional. Desde entonces, estuvo retirado en Andújar, disfrutando de la pensión vitalicia anual de 30.000 reales y de las rentas de sus propiedades agrarias.
A lo largo de su trayectoria política en diversas ocasiones se jugó literalmente la vida en pro de sus ideas liberales. Que fuera presidente del Congreso, y vicepresidente, y senador, que se le encomendaran altas y sensibles responsabilidades, da cuenta de su altura humana y política. Alfredo Cazabán en la revista Don Lope de Sosa hace referencia a cómo su capacidad negociadora, su talento y su palabra sirvieron a la obra de la Regencia. Igualmente habla de su gran actitud humana, de sus sentimientos nobles, de su alma, independiente y justiciera. Pedro Antonio de Acuña y Cuadros, murió en Andújar, a consecuencia de un ataque cerebral, el 9 de enero de 1850.
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