Cultura y museos
OPINIÓN ·
«Supongo que las obras de arte que albergaba el Museo Antonio González Orea se ubicarán en otros lugares de la ciudad»ALFREDO YBARRA
ZAGUÁN
Lunes, 8 de diciembre 2025, 17:14
La sociedad española anda enajenada y encogida culturalmente, hace tiempo que entregó la cuchara, muy bien instruida para abrazar como cultura un tibio caudal de ... contenidos mayoritariamente vacuos y espurios que la hacen ser demasiado gregaria, perdiendo gran parte de su alambicado juicio crítico. La cultura que ensalzamos ha perdido el interés por las humanidades, cuyas disciplinas en definitiva buscan entender al ser humano, su pensamiento, sus valores y su lugar en el mundo. Nos cuesta apreciar en su profunda perspectiva las artes, la tradición y el conocimiento profundo, en favor de contenidos más superficiales y efímeros. Esa cultura de ahora se ve impulsada por factores como el entretenimiento instantáneo u objetivos muy teledirigidos. Y seguramente lo anterior se lo podríamos aplicar a Andújar en la crónica de sus últimos largos años.
Que en la ciudad hay vislumbres de diferentes acciones culturales, pues sí. Pero hablo de proyectar en el corazón ciudadano un pleno perfil cultural que sea pilar de un vigoroso e irrefutable desarrollo. Una honda inmersión cultural de la ciudad necesita mucha pedagogía, lograr actitudes, gestos, sentires, e inyectar en las venas una firme necesidad humanista de gran calado. Y es que Andújar o se impregna en el alma de cultura (desde el inmenso caudal que guarda) o no es. Hoy por hoy consumimos una cultura deshilvanada, veleidosa, muy lucida pero que no se yergue desde la andujanía. Hay infinidad de definiciones de la cultura, pero me quedo ahora con la que hizo Vargas Llosa: «Es la reivindicación de un patrimonio de ideas, valores y obras de arte, de unos conocimientos históricos, espirituales, filosóficos y científicos en constante evolución y el fomento de la exploración de nuevas formas artísticas y literarias y de la investigación en todos los campos del saber». Sin embargo por aquí nos hemos quedado en una cultura del atavío.
Una ciudad que cuida su esencia, su patrimonio, muestra orgullosa la amplitud de su acervo cultural, pone de relevancia a sus más preclaros personajes. Andújar, sin embargo, no pone en su frontispicio estos valores culturales, muy al contrario los diluye. Suscitamente me estoy acordando de artistas como Miguel Fuentes del Olmo (ojalá veamos pronto abierto su museo), o de mi querido y admirado Antonio González Orea (en un próximo artículo debo de recordarlo) cuya casa-estudio arruina el olvido. Ahora el Museo de Artes Plásticas que llevaba el nombre de Orea, situado en la antigua Iglesia del Convento de las Capuchinas, se ha cerrado definitivamente para destinarse a otras funciones. Supongo que las obras de arte que albergaba este espacio cultural se ubicarán en otros lugares de la ciudad. Pero el símbolo (tan valorado como tal a niveles institucionales de dentro y fuera) del museo, de momento desmembrado, se pierde. Y tengo una sensación de escalofrío al acordarme de cómo todos fuimos insensibles cómplices ante la desaparición del museo de coches antiguos de los hermanos del Val.
Y es que los museos hoy son espacios vitales. No son esos lugares acumulativos e inmovilistas que fueron en el siglo XIX y gran parte del siglo XX. Hoy los museos han acogido las nuevas tecnologías, son espacios vivos e interactivos. Actúan como centros de cultura total, fomentan la cohesión social, impulsan la economía y el desarrollo; también la autoestima ciudadana. Reverberan los espacios urbanos donde están situados. Y por supuesto preservan el patrimonio. Además, son motores de educación, creatividad e innovación, contribuyendo a la formación de la identidad comunitaria. Son un espacio público de encuentro. De alguna forma reflexionan sobre la manera de entender y vivir la ciudad y tomar conciencia de la importancia de generar sinergias con el contexto social en el que se insertan, desarrollando programas expositivos y diversas actividades conectadas con la ciudadanía.
Andújar tiene infinitud de razones para dar a conocer la grandeza de su relato, y los museos, desde una visión contemporánea, deben ser uno de los grandes acicates para enfocar el renuevo de su destino. Porque el patrimonio, la historia, el arte, la memoria, son pensamiento y su vívida interiorización genera pensamiento, nos abren la mirada a ámbitos más copiosos.
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