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PORTADA DE LA LOZANA ANDALUZA. IDEAL
La ciudad críptica

La ciudad críptica

OPINIÓN ·

«Muy semejante en la temática es 'El mulato de Andújar', jácara recopilada en una colección de poesías de varios autores y cuya autoría parece ser de Pedro Panzano»

ALFREDO YBARRA

ZAGUÁN

Lunes, 18 de noviembre 2024, 14:08

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Hablábamos en el anterior «zaguán» de la Andújar del misterio, de los relatos de pícaros, brujas y espectros que se suman a un acervo de brumas escalofriantes, de leyenda lúgubres; ese mundo fantasmagórico de luces pálidas: fuegos fatuos que se abren paso en los abiertos barros de la ciudad, que exhala un lamento de mala conciencia por su historia velada, críptica. Porque Andújar sólo puede ser plenamente si contempla su haz de claridades junto a su envés de mitos, sombras y embozada identidad. Me vienen a la memoria aquellos versos del poema Las ánimas, de Jorge Guillén: «Mientras montones de difuntos/tienden a los vivos las manos, / las memorias. ¡Ah, todos juntos, / y humanos, humanos, humanos!».

Relatos de ajusticiados que se aparecen en las noches andujareñas para vengarse de sus acusadores, brujas que escondidas en lo profundo de la sierra preparaban sus pócimas «diabólicas»; demoniacos personajes que asaltan a los huéspedes de las posadas locales, famosas alcahuetas, mujeres peripatéticas con ocultos poderes,… aderezan durante centurias los pliegos de cordel y narraciones contadas a la luz de la lumbre.

En la literatura de los Siglos de Oro (XVI y XVII) formaban parte del espectáculo teatral de la época algunas piezas menores que se representaban al comienzo, en los entreactos y al final de cada comedia. De ellas hay ejemplos relativos a la ciudad iliturgitana. Es el caso, por ejemplo, de la jácara de «El ñarro de Andújar», probablemente salida de la pluma de Jerónimo de Cáncer y Velasco, dado que, como dice el profesor Aurelio Valladares, si bien figura como anónima en la colección de Romances varios de diversos autores (Zaragoza, Pedro Lanaja, 1640), aparece incluida en dos ediciones de Obras varias de Cáncer y Velasco. Tuvo tal popularidad que hasta Calderón de la Barca, en su entremés Las jácaras, hace entrar en escena al «Ñarro», tras haber hecho mención a él otros personajes, uno de los cuales canta los primeros versos de la referida jácara: Cansose el Ñarro de Andújar, que era aliñado en extremo, de traer la soga arrastrando y enfaldósela al pescuezo. También se alude a este personaje en la comedia Los engaños de un engaño y confusión de un papel, de Agustín Moreto.

Muy semejante en la temática es «El mulato de Andújar», jácara recopilada en una colección de poesías de varios autores y cuya autoría parece ser de Pedro Panzano. Comienza así: «Con el Mulato de Andújar / sollozando está Juanilla, / porque le han puesto cadena / para colgalle en su día»

Cabe la posibilidad de que el «Ñarro» y el «Mulato» sean la misma persona, puesto que el tema de las dos jácaras es muy similar. Ambas se refieren en tono procaz y sarcástico a la condena a la horca de este rufián de Andújar. Además, hay otro detalle significativo a este respecto: en la primera aparece una mujer, llamada la Chaves, que también figura en una de las versiones de la segunda. De ello habría que deducir que el autor o refundidor de este nuevo texto de «El mulato» tenía en su mente la jácara de «El ñarro» y, consiguientemente, identificaba a ambos personajes. Otro de los personajes es el rufo Malandros, un tunante que acabó igualmente ajusticiado. Muy cercana a ellos se encuentra Mariflores la de Andújar, una de las dos protagonistas del Entremés y baile del Invierno y el Verano de Luis Quiñones de Benavente, quien presenta a ambas como «hembras que arden y tiritan / por la virtud de sus guapos».

Otra obra en la que aflora la Andújar picaresca es La lozana andaluza (Venecia, 1528), de Francisco Delicado, donde se relata un pasaje de clara intención erótica: «Cirúgico.—Señora Logana, nosotros devíamos hazer con vos como hizo aquel médico pobre que entró en Andújar, que como vido y provó los munchos y buenos nóvanos que allí nacen, se salió y se fue a otra tierra, porque allí no podía él medicar, que los rrávanos defendían las enfermedades»

No nos debe de extrañar la repercusión literaria de este tipo de personajes marginales de Andújar, ya que al tratarse de una ciudad de paso y calidoscópica en muchos momentos, era fácil escenario de todo tipo de relatos que se propagaban fácilmente con tanto correveidile.

Son muchas más las historias y leyendas que envuelven a Andújar. Todo lugar necesita sus misterios, sus sombras. Porque a veces estamos frente al abismo y necesitamos hablar con nuestros espectros

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