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Andújar en instantáneas

Opinión | Zaguán ·

No digo que no exista el sentido crítico. Debe de existir cuando se quiere a algo o a alguien. Pero siempre prevalece la apreciación comprensiva cuando el amor es ese sentimiento inefable, y, en este caso, esa pasión propulsora invisible de gran parte de nuestra existencia y determinante esencial de metas y de evocaciones profundas

ALFREDO YBARRA

ANDÚJAR

Domingo, 20 de enero 2019, 00:25

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Para acercarnos al conocimiento de una ciudad podemos tomar diversas perspectivas. Y cuando ese deseo de conocer está inspirado en una relación íntima, que el espectador expresa como de mutua pertenencia, entonces los razonamientos buscan la cara amable, los ámbitos relevantes, el cariz sublime que ha salpicado la historia del lugar y sus gentes. No digo que no exista el sentido crítico. Debe de existir cuando se quiere a algo o a alguien. Pero siempre prevalece la apreciación comprensiva cuando el amor es ese sentimiento inefable, y, en este caso, esa pasión propulsora invisible de gran parte de nuestra existencia y determinante esencial de metas y de evocaciones profundas. Pues en esa quimera estoy prácticamente desde siempre. Amando las constelaciones que surcan el universo local. Sufriendo su histórica indolencia, sus desafueros, sus desatinos. Intentando sobremanera conocer el flujo substancial de Andújar y de la andujanía. Sintiendo sus voces medulares para hacerlas mías. Tarea nada fácil e ingrata cuando se quiere distinguir el enredo de las certezas. Tarea dolorosa incluso cuando pretendes auscultar las pulsaciones que dan cuenta de la Andújar real, no de la que se escenifica en la pasarela de los titulares y la actualidad. Para ese ejercicio uno antes tiene también que indagarse a sí mismo. Y eso es herirse. Mucho de lo que a lo largo de los años llevo escrito sobre Andújar en mis columnas responde a ese ánimo amatorio por Andújar, por la Andújar descifrada y real, y por motivar un mejor desarrollo exhaustivo para la ciudad.

Así, por ejemplo, me pregunto qué instantáneas representan el momento actual de la ciudad. Una instantánea circunda un diálogo definido y a la vez infinito. Nos recuerda y nos propone respuestas, algo que Andújar necesita con urgencia. Pensarse. ¿Qué instantáneas podríamos poner sobre la mesa? Supongo que muchas, unas de carácter negativo y otras de perfil positivo. Imágenes que tienen poco que ver con las cosas que ves y mucho con cómo las ves. Ese caño de la fuente, esa aldaba, ese alero, la sencilla hierba que nace en una pequeña grieta de la calle; la reja de aquella ventana; dos vecinas hablando desde su casa puerta en la calle Cendal, tan estrecha; esos niños sentados en la serviguera con la merienda. Esa bicicleta en dirección prohibida y por la acera, ese saliente tonto y peligroso de la solería de la calle; ese bullir mágico de la plaza de abastos, esos aceituneros en el tajo. Esa pareja besándose con la mirada; esa pareja, como diría Pedro Salinas, besándose con besos que van muy lejos. El ajetreo de la calle Ollerías, el panorama desde las Vistillas. El Seminario poco a poco desvencijado, el fantasma irredento del museo de los hermanos del Val; Pedro, o Cele, en el torno haciendo que aún sobreviva la reminiscencia de la cerámica iliturgitana (y nadie nos damos golpe de pecho). Las Siete Esquinas, el callejón del Gato. El pozo de ese patio, y los arriates con sus jazmineros; la vidriera de la Capilla del Conde. La perspectiva del Puente Romano sobre el Guadalquivir. Ese lienzo de muralla. La Andújar del Polígono, y la de la Lagunilla; la de los diferentes barrios. Esas bóvedas subterráneas en la Plaza Vieja, como otras tantas galerías del subsuelo ciudadano que tuvieron histórica importancia. La ropa tendida en el balcón, ese hombre haciendo jaulas de pájaros a la puerta de la cochera abierta, que se hace tertulia vespertina. Y las instantáneas veladas, las que sólo pueden estar en sepia, porque su entidad desapareció por nuestra sinrazón. Cuánto destrozo, cuánto expolio, cuánto olvido. Ahora, me quedo con instantáneas que dan cuenta de que además de lo banal, de lo repetitivo, de lo aldeano, del solapamiento de actos en detrimento de un volcarse con toda la artillería en ciertos puntos, Andújar es capaz de excelencias alentadoras. Ahí queda con el teatro al completo de público la gran actuación de José Sacristán, o el concierto de Año Nuevo, o la cabalgata de Reyes, además de los arreglos de las consabidas calles, o ese Plan Estratégico, que esperemos que por fin no se quede en declaración de intenciones. O ese Greco de Santa María que visita Toledo y que simboliza esa vuelta de tuerca que debería de dar la ciudad y plantear proyectos globales importantes. Ya digo que hay algunas instantáneas más que destacan.

Y por favor hablando de fotografía no se pierdan la exposición promovida por la Asociación de arquitectos de Andújar. Es en la sala de la Casa de Cultura, y nos da cuenta de una significativa muestra de la arquitectura contemporánea local. Las fotografías son de Carlos Ángel Gálvez, que hace que las imágenes reflejen alma de Andújar (pero desde una perspectiva que desconocíamos) y una importante emoción interpelativa.

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