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Definir la ilusión

Definir la ilusión

Dicen que no están los tiempos para tirar cohetes, bueno, ni para encender una vela en nuestros particulares altares, a ver si el más allá se acuerda con benevolencia del más acá. Precisamente en estos días donde en las comidas familiares y en esa ceremonia de la despedida del año aunque tratemos de evadirnos y mirar la otra cara de la luna a través de la copa llena de cava, la vida nos obliga a asumir su natural inclinación a la muerte y a lo arbitrario, y en lo profundo, nos acongojamos, ante ese destino que se consume irremisiblemente.

ALFREDO YBARRA

Miércoles, 11 de mayo 2016, 06:43

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Amanece el nuevo año y en esa mañana/mediodía, un tanto ambiguos y descolocados, pretendemos descubrir que la belleza del mundo, que el vuelo del universo, solo se siente cuando somos capaces de sobrevivir, de sujetarnos en la leve cornisa colgada del vacío con las uñas y los dientes de una sencilla certeza, de una ligera ilusión, en una inspiración donde el espíritu se llena de un instante fugaz de amor, de un amor irracional, pero repleto de sentido.

Entonces la directora de la orquesta europea, la canciller Ángela Merkel, nos recuerda para helarnos el aliento que 2012 será peor que 2011. Ya sabemos que las perspectivas para este año nuevo no parecen muy ilusionantes; así, resulta considerablemente revelador el titular del especial de fin de año The world in 2012 , publicado por The Economist , para referirse a nuestro país: "Doleful"; un término que viene a significar algo así como triste, doloroso.... Este duro escenario que nos espera tiene que ser afrontado con madurez. Sin embargo, me niego a vivir un año de un modo abatido y sombríamente de una forma predeterminada.

Siempre debe de haber motivos para el optimismo, aunque sea al borde del barranco, aunque sea sujetos a un ligero soplo de brisa. Lo bueno de los milagros, como alguien dijo, es que a veces ocurren. Y además hay otros instantes prodigiosos, de andar por casa, muy nuestros y también de toda una colectividad, por los que merece la pena levantar la mirada. Ni Merkel, ni el gobernante de turno, ni nadie nos puede robar la ilusión, la expectativa de una luz nueva, de una mirada diferente que nos haga despertar a, qué se yo, unas estancias que nos deparen candeales certezas, aunque nos lluevan chuzos de punta.

La naturaleza humana ante la adversidad es prodigiosa. Y en eso creo si somos capaces de quitar la escarcha de nuestros cristales y de afrontar una nueva actitud ante la vida, puesto que nosotros tenemos la última palabra a la hora de decidir cómo queremos vivir nuestras vidas. La elección está en nuestra mano. Y ante tanto negativismo, sin obviar la realidad, conjuguemos los verbos que nos permitan crecer y aprender de lo ocurre, sin necesidad de que nos inmovilice en su pesadumbre, ni dejando que la situación nos sobrepase.

La fe dicen que mueve montañas, cualquier modo de fe o de esperanza, y al menos todos tenemos alguna experiencia de que mueve mucho de nuestro interior nervio negado. De hecho, la palabra "crisis" en chino también quiere decir oportunidad, lo cual significa que aun en el peor momento se puede rescatar algo positivo ya que una crisis es siempre una oportunidad de empezar de nuevo de reconducir el camino, de descubrir el insospechado enfoque que descubra unos valores distintos, un norte totalmente diferente, y donde seguro, hay un punto de inlexión.

 

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