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ALFREDO YBARRA
Miércoles, 11 de mayo 2016, 08:49
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También los opinadores recordamos en nuestras columnas esas supersticiones que se unen a la simbología de fin de año, y la inventiva da para mucho. Son las grandes coartadas de estos días. En diferentes culturas, en la Nochevieja se ponen en práctica rituales de lo más variopinto para atraer la buena suerte. Va con las fechas, como las felicitaciones a todo quisque, como los regalos y los detalles que repartimos aquí y allá. Sí, es útil hacer balance de lo que nos aconteció en el pasado año, de las lastras que arrostramos, y, hacer una lista de propósitos y metas para el siguiente.
De algún modo más o menos patente, por todos lados se hace, a nivel personal, familiar y en todas las cotas sociales y políticas Aunque mucho me temo que lo que hacemos conscientemente o más a salto de mata en estos días a la hora de darle una vuelta a lo hecho y plantear nuevos propósitos para el año que nos entra, dista un significativo trecho de lo que debiera ser; en el distanciamiento tiene que ver mucho la fanfarria y el estruendo que inyectamos en nuestro entorno y que nos envuelve.
Hemos creado una sociedad, una realidad infame para el encuentro con nosotros, para la mirada introspectiva y sosegada que nos reconozca. Huimos de los verdaderos espejos de la vida. El destino es la consecuencia de nuestras elecciones, de lo contrario no seríamos seres esencialmente libres. Hablar de metas, de propósitos es hablar de compromiso y responsabilidad, de elección y esto es lo que deberíamos tener presente en estos días fronterizos. Este año nuevo es el primer año de vida del resto de tus años.... una oportunidad para elegir lo que quieres que te acompañe y sea parte de tu año, y para despedir o soltar lo que no deseas que siga contigo. Somos tan estúpidos que nos va el llenar de lastre nuestra nave y así nos va a la hora de afrontar la altar mar y aprovechar los vientos favorables.
Ahora necesitamos una actitud reflexiva, para repensarnos; humilde, para reconocer errores y esperanzadora, para proyectar nuevas convicciones y deseos valientes. Pero no caigamos en esa tentación de proyectar para descargar ahí nuestra conciencia y no ir más allá: haciendo. Ya dicen que la vida es eso que nos va pasando mientras hacemos planes. Por eso sí, una parada para reivindicarnos en las esencias, pero nada más. Nacer, volver a nacernos, pero mordiéndonos el aliento, sin tanto mirarnos el ombligo.
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